Comienzo una serie de publicaciones con las fuentes que he utilizado para la ponencia «Mapas, narrativa y razón», que presentaré en el VIII Congreso Internacional ASEHISMI: La Historia Militar en la Sociedad. Transferencia, divulgación y otras manifestaciones de la Cultura de Defensa.

Me ha parecido interesante ir publicando algunas de las fuentes que me han permitido realizar la ponencia, para que cada persona interesada pueda arrancar sus investigaciones y exploraciones desde los puntos de partida que he considerado valiosos. Para algunos, este material en bruto puede ser más útil que mi elaboración en forma de ponencia y/o paper.
Comienzo con una joya extraída de la publicación Selected professional papers translated from European military publications (United States. Adjutant-General’s Office. Military Information Division); Washington; 1898. Se titula Foreing War Games y fue publicada originalmente en Francia entre agosto y octubre de1897. He traducido la introducción para vuestra comodidad:
El juego de guerra (Wargame), llamado en Alemania Kriegsspiel, o más bien maniobra competitiva en el mapa, de moda en la mayoría de los ejércitos extranjeros, se diseña para perfeccionar la instrucción de oficiales utilizando el período de invierno, durante el cual las maniobras y los ejercicios en terreno variado son raramente posibles debido al pequeño número de hombres bien entrenados y a los rigores de la estación. Esta instrucción se compone de dos partes completamente distintas.
La primera es teórica e incluye el conocimiento de las reglas y la ejecución mecánica de los movimientos o evoluciones en el campo de instrucción; mientras que la segunda es práctica o, más exactamente, táctica, y consiste en aplicar, en un caso concreto, los mejores medios y principios para asegurar el éxito de un propósito bien definido.
La instrucción teórica se adquiere fácilmente. En primer lugar, se supone que los oficiales conocen el objeto táctico de las evoluciones y formaciones, y una vez logrado este resultado, el estudio de su mecanismo en el campo de instrucción no presenta mayor dificultad que la ejecución de las estrictas normas establecidas en los reglamentos de instrucción.
No ocurre lo mismo con la segunda parte, que sólo pueden adquirirse mediante el esfuerzo individual, ayudado y dirigido por los superiores. No basta con que un oficial posea conocimientos; debe saber cómo utilizarlos. Las preguntas son: ¿En qué circunstancias deberá utilizarlos? En la guerra, en la batalla, donde cualquier pérdida de tiempo, cualquier vacilación, cualquier error puede provocar un desastre. ¿Bastará en ese momento una instrucción puramente teórica? Ciertamente no, porque sólo se aplica a casos generales; sus reglas y principios son sólo indicaciones, totalmente insuficientes para casos especiales y excepcionales. Ahora bien, todo es excepcional en la guerra, y quien confíe en su memoria, o suponga regir su acción por una fórmula o regla fija, y la considere igualmente aplicable a todo terreno y en todas las situaciones, no puede esperar tener éxito.
Es necesario, en cualquier situación, que un oficial sea capaz al mismo tiempo de tomar una decisión rápida y adecuada a las circunstancias y de expresarla no menos rápidamente en órdenes claras y concisas. Pero pocos hombres están tan bien dotados como para poseer estas cualidades intuitivamente; el mayor número sólo puede adquirirlas mediante una paciente laboriosidad. Mientras el oficial podía aprender su oficio en el propio campo de batalla, no tenía necesidad de la instrucción de que aquí se trata; pero justo en la proporción en que las guerras son cada vez más raras, y el oficial ha tenido cada vez menos ocasión de ejercer las funciones de su profesión -la esencia misma de la razón de su existencia-, los medios adecuados para desarrollar sus conocimientos tácticos se han incrementado en tiempo de paz.
Los ejercicios en terreno variado, las maniobras de guarnición, las grandes maniobras, la instrucción práctica sin tropas y los viajes del Estado Mayor se suceden una y otra vez, dando al oficial la oportunidad de practicar en casos particulares y en diferentes campos. Así puede prepararse para el papel que tendrá que desempeñar en tiempo de guerra, un papel cuyas dificultades se verán incrementadas por los nuevos factores: el peligro y lo desconocido. Pero las maniobras en tiempo de paz, que constituyen la verdadera escuela para los oficiales, no satisfacen totalmente los requisitos. Los ejercicios de campo en las proximidades de las guarniciones son siempre muy limitados a causa de las labores agrícolas; y las grandes maniobras, que ocasionan gastos muy elevados, son necesariamente de corta duración; un factor prominente, importante para la instrucción, lo desconocido, es prácticamente eliminado de ambas, ya que un participante está siempre bastante familiarizado con la composición y la fuerza de las fuerzas opuestas; además, sólo pueden llevarse a cabo durante una cierta parte del año.
Mucho talento inventivo se ha ejercitado en tratar de suplir estas deficiencias. Se han buscado medios para representar las operaciones de la guerra de una manera tangible sin la cooperación de las tropas, y el resultado más importante de estos esfuerzos fue el descubrimiento y perfeccionamiento de un método juicioso y práctico de maniobra competitiva en el mapa. Pero el período de evolución que culminó en ese resultado fue largo, y nada en los primeros intentos presagiaba la forma definitiva que ha asumido.
El objetivo de este paper es presentar una visión de las diferentes fases por las que ha pasado el «juego de guerra» y repasar las obras que se le han dedicado en la literatura militar extranjera.
Se divide en tres periodos distintos:
El primero, el del «juego de ajedrez de guerra», abarca desde el momento de su invención hasta 1824. En esa época comienza el segundo período, el del juego de guerra propiamente dicho. Sus promotores fueron el teniente von Reisswitz y su padre, consejero del departamento de guerra, quienes, abandonando el tablero de ajedrez, utilizaron mapas y prepararon para su ejecución un conjunto de reglas que, con ciertas modificaciones, se utilizaron hasta 1875.
Por último, el tercer período, que podemos llamar el de las maniobras competitivas con mapas, se caracteriza por los trabajos del capitán Meckel y del coronel von Verdy du Vernois.
Como me gusta contrastar fuentes antiguas con otras más contemporáneas, este artículo enriquecerá el estudio de los orígenes y desarrollo del los wargames antes, durante y después del S. XIX, me refiero al trabajo publicado en la Aerospace Power Journal en el año 2000 titulado «Toward a History-Based Doctrine for Wargaming» (LT COL MATTHEW CAFFREY JR., USAFR).