La primera, por venir de un ilustrado marine de los EEUU, Bruce Ivar Gudmundsson, al que sigo con atención por la calidad de sus reflexiones y de sus escritos (no dejen de suscribirse a sus cuentas The Tactical Notebook y Extra Muros).
La segunda porque entre la propaganda a penas queda espacio para la reflexión y la observación de los hechos. Denegar que existe un genocidio en curso de la mano del régimen de ultraderecha sionista es un ejercicio de manipulación brutal, que en países como Francia y Alemania se quiere imponer por la vía represiva. Cualquier noticia sirve para desviar el foco de la contradicción principal, el exterminio de la población de Gaza.
Y la tercera, porque Irán ha cambiado, ha evolucionado, como el mundo multipolar que asoma en el horizonte, y los persas vuelven a la arena internacional como una potencia regional de primer orden, con una fuerza diplomática envidiable. Cualquier intento de caricaturizar y demonizar al «país de los ayatolás» está condenado a caer en el mismo cubo de la basura que el «genocidio uigur» los «rebeldes moderados sirios», Israel y su ejército como «la única democracia con valores en Oriente Medio», el Dalai Lama o Zelenski, o Von der Leyen como «estadistas paradigmas de la paz», y la salud mental de Putin como explicación del conflicto militar en Europa. Por desgracia, como todos ustedes, he tenido que aguantar a imbéciles alienados con alguna de estas matracas, generalmente con una repugnante combinación de ellas.
Así que se agradece leer sobre el tópico a un marine de los Estados Unidos de América, y no precisamente a un disidente o de ideas extremistas, sino a una persona conocida por su conservadurismo moderado, propio de la tradición de la oficialidad del Cuerpo de Marines de los EEUU. Aquí va una traducción libre de su texto:
Moral Response to Mental Maneuver
A Boydian look at the Iranian robot operation of 13 April 2024
Respuesta moral a la maniobra mental
Una mirada boydiana a la «operación robot» iraní del 13 de abril de 2024
John R. Boyd solía animar a sus oyentes a clasificar los efectos de las acciones bélicas en tres categorías. La primera, llena de las cosas que ocupan un lugar preponderante en los relatos y análisis de las operaciones militares, la denominaba física. La segunda, amada por la gente que se cree inteligente, daba cabida a las maniobras mentales. La tercera, que contenía medidas destinadas a debilitar los «vínculos que permiten la existencia de un todo orgánico», llevaba la etiqueta de moral.(1)
El 1 de abril de 2024, la aviación israelí atacó el consulado iraní en Damasco, creando así un dilema mental para el gobierno de Irán. Si respondía a este acto, la guerra entre Israel y Hamás pasaría a formar parte de un conflicto más amplio, que reduciría los costes políticos en los que había incurrido Israel como consecuencia de su bombardeo, y posterior asedio, de la Franja de Gaza. Sin embargo, si los dirigentes iraníes no tomaran represalias, perderían el respeto de muchos de sus partidarios más importantes, tanto extranjeros como nacionales.
El 13 de abril de 2024, el gobierno iraní cerró este círculo enviando un enjambre de robots voladores de forma que se redujera al mínimo la probabilidad de víctimas civiles. En concreto, hizo dos cosas. En primer lugar, apuntó sus misiles y drones a lugares distintos de las comunidades civiles. En segundo lugar, utilizó una serie de canales secundarios para avisar con bastante antelación de la inminente tormenta a quienes defienden el territorio israelí de los ataques aéreos, aumentando así la posibilidad de que la mayoría de los aviones no tripulados fueran destruidos en el aire.
Portavoces del gobierno iraní han afirmado que su ataque sirvió al propósito militar de golpear los hangares que albergaban cazas F-35. Sin embargo, el hecho de que estas estructuras sufrieran o no daños tuvo poco que ver, si es que tuvo alguno, con el éxito o el fracaso de la operación en su conjunto. Al fin y al cabo, el número de personas en el mundo que se preocupan por el bienestar de los inocentes supera con creces al puñado de ilusos preocupados por el destino de media docena de reliquias de una época pasada, sobrevaloradas, sobreexplotadas y raramente preparadas para su uso.(2)
En el ámbito de la diplomacia, la victoria moral obtenida por el enjambre de robots permite a Irán conservar el apoyo de los entusiastas de su bando sin poner en peligro las amistades que ha hecho en los últimos años, ya sea en su vecindario inmediato o en el mundo en general. Para ser más precisos, aunque tanto los Houthis como los partidarios de Hezbolá podrían haber preferido un ataque con cohetes de la vieja escuela contra un asentamiento, no pueden culpar a Irán por no tomar represalias. Al mismo tiempo, la inequívoca moderación mostrada en los detalles de la operación tranquilizará (entre otros) a los dueños de Arabia Saudí, demostrando que la República Islámica del siglo pasado aficionada a los secuestros y la colocación de bombas, ha seguido, de facto, el camino de la cinta de casete.
Por muy exitosa que haya sido, la operación iraní de drones y misiles no ha supuesto una derrota para Israel. La ausencia de víctimas civiles ha privado a los sionistas radicales defensores de la limpieza étnica de las imágenes tu quoque de las que les encantaría poder alardear.(3) Al mismo tiempo, el mero hecho del enjambre de robots ha provocado que los gobernantes de países llenos de gente que simpatiza con el sufrimiento de la población asediada y bombardeada de Gaza sustituyan las críticas apagadas a Israel por declaraciones de apoyo «férreo».
Al mismo tiempo, la participación de muchos gobiernos, desde Ammán hasta Washington, en el derribo de drones y misiles iraníes, debilita la posición del partido cartaginés dentro de Israel. Del mismo modo, las numerosas declaraciones de apoyo realizadas en las horas que siguieron al ataque, por muy superficiales que hayan sido, refuerzan la mano de quienes en el bando israelí prefieren las ambigüedades, frustraciones y contradicciones de la defensa colectiva a la solución aparentemente sencilla de expulsar a Ismahel al desierto.
He aquí la paradoja. Si uno asume, como yo, que tratar a Gaza como al Gueto de Varsovia causará un gran daño a los cimientos morales del Estado judío; si mi caracterización del ataque iraní con aviones no tripulados y misiles es exacta; y si hay algo de verdad en mi creencia en la influencia benéfica del apoyo internacional, entonces los que mandan en Teherán han hecho un gran favor a Israel y, de hecho, a la humanidad en su conjunto. A corto plazo, los artífices de esta operación han hecho que sea más fácil para la gente de todo el mundo distinguir entre el apoyo a la seguridad de Israel y la aquiescencia en la limpieza étnica. A largo plazo, la admirable moderación mostrada por un régimen antaño famoso por su apoyo al terrorismo puede, Deo volente, promover la práctica de la proporcionalidad.
1 John R. Boyd (Chet Richards and Chuck Spinney, editors) Patterns of Conflict (Defense and the National Interest, 2007), starting at slide 110. 2 Yes, Virginia, the F-35 is a lemon of gargantuan proportions. That, however, is a tale for another day. 3 In the language of argumentation, tu quoque (Latin for ‘so’s your old man’) describes a classic logical fallacy.
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