Distopía, inhumanidad y asesinatos en masa decididos por una máquina.
Cuando a una ideología de extrema derecha supremacista, al frente del gobierno de un país con armas nucleares, se le dota de tecnología militar e IAs de última generación, pues pasa lo que pasa. Si consideras a dos millones de personas como animales o infrahumanos, es perversamente lógico delegar en una IA la decisión de qué y como bombardearlos: no hace falta decisores humanos porque no hay ningún problema ético en la designación de objetivos, cualquier «animal» muerto se considera como objetivo cumplido. Así que una máquina puede designar los objetivos. ¿Distopía, ciencia ficción? NO. Es la campaña de bombardeos del ejército israelí en Gaza. Y la voz de alarma la están dando analistas y expertos militares estadounidenses e israelíes, no los enemigos de Israel.
A nuestros políticos y gestores de la Unión Europea: estáis una y otra vez dando la alarma por el «auge de la extrema derecha en Europa» (sea lo que sea que signifique eso en vuestros parámetros), pues la estamos alimentando y protegiendo en Israel. Decís que las IAs son un peligro y una amenaza para la humanidad: pues ahí las tenéis ejecutando un genocidio en vivo y en directo, delante de vuestras incompetentes narices. En manos de vuestro aliado y con vuestro apoyo explícito o implícito, según el país de la UE.
Pero de mi modesta y furiosa opinión (por la que pido paciencia y disculpas a mis sufridos lectores, pero que necesito expresar en conciencia y como ciudadano europeo); pasemos a los hechos y al análisis militar serio. Comencemos leyendo el artículo de Bruce Ivar Gudmundsson Repurposing Precision, Reflections upon the bombing of Gaza
Traducción del artículo:
En Fire for Effect, B.A. Friedman explica cómo un sistema de selección de objetivos que se había utilizado anteriormente para bombardeos punitivos («segar la hierba») en Gaza se ha empleado, desde el 7 de octubre de 2023, para llevar a cabo una campaña de bombardeos a una escala mucho mayor. Al contar esta historia, condena la insensatez de sustituir tácticas no lineales, centradas en el ser humano, enfocadas al frente y hechas a medida, por un «proceso mecánico de servicio a objetivos».El siguiente riff sobre el caso del Mayor Friedman comienza con la afirmación de que el aumento de la cantidad de munición lanzada cambia el carácter de la guerra que se libra en el malhadado enclave. Es decir, cuando se llevan a cabo con la suficiente intensidad, una larga serie de ataques de precisión, cada uno de ellos lanzado con un propósito concreto premeditado, puede tener efectos similares a los que tuvieron hace ocho décadas las superproducciones que caían descerebradamente de las bodegas de bombas de las Fortalezas Volantes. Una infografía muy difundida, publicada por primera vez en el Financial Times, compara los daños causados a los edificios del norte de Gaza por las municiones israelíes entre el 5 de octubre y el 4 de diciembre de 2023 con la destrucción de bienes inmuebles causada por las bombas angloamericanas que cayeron sobre tres ciudades alemanas durante la Segunda Guerra Mundial.
Basado en la investigación llevada a cabo por Cory Scher y Jamon Van Den Hoek, este gráfico caracteriza los escombros del norte de Gaza, que perdió el 68% de sus edificios, como menos extensos que los sufridos por Hamburgo (75%), pero peores que los infligidos a Colonia (61%) y Dresde (59%).
Porcentaje de edificios destruidos (según las estimaciones de Scher y Van Den Hoek).
La similitud de los efectos globales de dos tipos de bombardeos muy diferentes plantea la cuestión de por qué los israelíes emplearon tantas armas guiadas de precisión. Después de todo, replicar el enfoque estocástico utilizado en los bombardeos terroristas de la Segunda Guerra Mundial podría haberles ahorrado mucho tiempo, problemas y dinero.Una respuesta reside en la disponibilidad inmediata de un sistema diseñado para emplear municiones guiadas de precisión para lograr efectos menos ambiciosos. Así, en lugar de sustituir esa combinación de personas, prácticas y material por otra optimizada para la destrucción total, a los israelíes les resultó más fácil aumentar el número de ataques de un tipo conocido. De hecho, la calidad reostática del complejo inteligencia-ataque, que había sido diseñado para dar a las Fuerzas de Defensa israelíes la capacidad de aumentar (y reducir) la intensidad de programas más modestos de ataques de precisión, significó que el cambio de «segar la hierba» periódicamente a una campaña digna de Curtis LeMay implicó pocos cambios más allá de «más de lo mismo». Escribiendo en +972 Magazine, el periodista israelí Yuval Abraham proporciona cifras que comparan las primeras cinco semanas del bombardeo de Gaza en 2023 (del 7 de octubre de 2023 al 9 de noviembre de 2023) con anteriores programas de ataques de precisión. Por un lado, éstas indican que el número total de objetivos alcanzados en los primeros treinta y cinco días de la campaña en curso superó, por un factor de diez, el número total de ataques realizados durante la operación punitiva de 2021. Al mismo tiempo, muestran que el número de objetivos alcanzados cada día en los treinta y cinco días de 2023 no es sino tres veces mayor que el número de ataques realizados por día en los once días del anterior programa de ataques aéreos.
Número total de objetivos alcanzados
Objetivos atacados por día
Fuentes: Las cifras del porcentaje de edificios destruidos proceden de un estudio, realizado por Cory Scher y Jamon Van Den Hoek, presentado en John Paul Rathbone «Military Briefing: the Israeli Bombs Raining on Gaza» Financial Times 6 de diciembre de 2023.
Las cifras del número total de ataques y de ataques diarios en las diversas campañas de bombardeos israelíes en Gaza proceden de Yuval Abraham «A Mass Assassination Factory: Inside Israel’s Calculated Bombing of Gaza» +972 Magazine 30 de noviembre de 2023.
Profundicemos con la lectura de dos de los artículos mencionados más arriba, el tema es tan terrible que lo merece. Primero, The IDF’s Decisive Victory Doctrine II; Bombing to Lose, de B. A. Friedman (3/12/2023). Traduzco a continuación:
Hace unas semanas analicé el concepto de operaciones Victoria Decisiva de las IDF. Evalué entonces que una gran parte del mismo consistía en que el proceso de selección de objetivos se comía las tácticas.
Esto no es más que el proceso de selección de objetivos devorando tácticas, y cualquier combate es mucho más que selección de objetivos. Se basa en una serie de suposiciones que es poco probable que sean ciertas: 1) los datos sobre objetivos de las fuentes de inteligencia son precisos; 2) los datos sobre objetivos de las fuentes de inteligencia son completos; y 3) los mandos de alto nivel en la retaguardia rodeados de bancos de monitores son los mejor informados. Ciertamente, si estas tres premisas son ciertas, el resto está en manos de los mandos con autoridad para atacar objetivos. Pero, ¿cuándo se cumplen esas tres premisas?
Ahora hemos visto el concepto en acción, al menos en parte, y hay más problemas incluso que los supuestos anteriores, todos los cuales resultaron ser falsos.
La semana pasada +972 Magazine, una publicación israelí, publicó un examen en profundidad de la campaña de tiro de las IDF basado en fuentes de las IDF. Es una lectura muy larga, pero repleta de detalles sobre cómo funciona el componente de fuegos del concepto de Victoria Decisiva.
Un antiguo oficial de inteligencia explicó que el sistema Habsora permite al ejército dirigir una «fábrica de asesinatos en masa», en la que «se hace hincapié en la cantidad y no en la calidad». Un ojo humano «repasará los objetivos antes de cada ataque, pero no necesita dedicarles mucho tiempo». Dado que Israel calcula que hay aproximadamente 30.000 miembros de Hamás en Gaza, y que todos ellos están marcados para morir, el número de objetivos potenciales es enorme.
En el sistema de tiro estadounidense, dos procesos (entre otros) tienen lugar simultáneamente. Uno es la dirección técnica de tiro: qué sistema puede alcanzar el objetivo, con la munición adecuada, en el momento adecuado. La dirección técnica del fuego es la parte científica. El otro es la dirección táctica del fuego: ¿se debe alcanzar este objetivo? Es el arte: ¿tiene sentido alcanzar este objetivo? ¿Puede alcanzarse sin daños colaterales? ¿Debemos gastar esta munición en función de nuestras existencias o reservarla para un objetivo más valioso? ¿Apoya esto el esquema de maniobra? Es una mezcla de táctica y estrategia, dirigida por los mandos de primera línea que mejor conocen el combate. También fue la mayor parte de mi trabajo durante una década como oficial de artillería.
El artículo describe claramente un sistema que ha abandonado la dirección de tiro táctica y sólo se dedica a la dirección de tiro técnica. Y lo que es peor, no la dirigen los comandantes de maniobra con apoyo ni los especialistas en apoyo de fuego de las unidades de fuego que tienen el conocimiento adecuado de la situación. Está dirigida por oficiales de inteligencia alejados de la línea del frente, tal y como me temía basándome en el concepto de Victoria Decisiva.
Aún más preocupante es que han eliminado en gran medida el juicio humano del proceso en favor de un sistema automatizado de designación de objetivos.
Según la investigación, otra de las razones del gran número de objetivos, y del extenso daño a la vida civil en Gaza, es el uso generalizado de un sistema llamado «Habsora» («El Evangelio»), que se basa en gran medida en la inteligencia artificial y puede «generar» objetivos casi automáticamente a un ritmo que supera con creces lo que era posible anteriormente. Este sistema de IA, como lo describió un antiguo oficial de inteligencia, facilita esencialmente una «fábrica de asesinatos en masa».
Según las fuentes, el creciente uso de sistemas basados en IA como Habsora permite al ejército llevar a cabo ataques masivos contra viviendas residenciales en las que vive un solo miembro de Hamás, incluso contra aquellos que son operativos subalternos de Hamás. Sin embargo, testimonios de palestinos en Gaza sugieren que, desde el 7 de octubre, el ejército también ha atacado muchas residencias privadas en las que no residía ningún miembro conocido o aparente de Hamás ni de ningún otro grupo militante. Tales ataques, según confirmaron fuentes a +972 y Local Call, pueden matar a sabiendas a familias enteras en el proceso.
La descripción que hace Clausewitz de la guerra como fenómeno político no se refiere únicamente a los objetivos políticos de cada bando, sino a que se trata de un fenómeno social. Se trata de la interacción humana. No se trata sólo de desgaste, sino de comunicación. Las IDF han construido un sistema que no interactúa con la dimensión humana del conflicto, reduciéndolo a un proceso mecánico de servicio a objetivos. Esto es lo que él llamaba «combate de fuego», que creía que nunca podría ser decisivo. Esto es lo peor del estilo de guerra de desgaste: suponer que los objetivos destruidos se suman a la ventaja táctica y estratégica en un proceso lineal de pura matemática. Pero la guerra siempre es no lineal, siempre es algo más que números.
No es sólo ineficacia. No sólo está destruyendo el apoyo internacional a Israel (un efecto que se produce en el nivel moral de la guerra en la descripción de John Boyd), sino que también es exactamente lo que Hamás quiere.
Sin embargo, continuó la fuente, «no funcionó. Como alguien que ha seguido a Hamás, he oído de primera mano lo poco que les importaban los civiles y los edificios derribados. A veces el ejército encontraba algo en un edificio alto que estaba relacionado con Hamás, pero también era posible alcanzar ese objetivo específico con armamento más preciso. La conclusión es que derribaron un rascacielos por derribar un rascacielos».
Esta campaña está diseñada con la misma lógica que los bombardeos estratégicos: haz daño a la población y ésta presionará a sus dirigentes para que pongan fin a la guerra. Nunca funciona. Especialmente no funcionará contra una población palestina, de la que aproximadamente la mitad son niños, mantenida como rehén por Hamás, una organización que, de nuevo, quiere que esto ocurra para fortalecer su propia causa.
La otra cuestión aquí son las municiones guiadas de precisión. Israel las utiliza para asegurarse de que dan en el blanco, pero no aprovecha su potencial para minimizar las contraproducentes bajas civiles. Precisión no es exactitud.
No es un buen augurio para las IDF que hayan eliminado la táctica y la estrategia de la lucha y la hayan sustituido por una máquina. Sólo es un buen augurio para Hamás. Esperemos que podamos aprender de esto que eliminar el factor humano de la guerra sólo conduce a la inhumanidad.
Dado el peso del tema, ofrezco una traducción del artículo:
La ampliación de la autorización del ejército israelí para bombardear objetivos no militares, la relajación de las restricciones relativas a las víctimas civiles previstas y el uso de un sistema de inteligencia artificial para generar más objetivos potenciales que nunca, parecen haber contribuido a la naturaleza destructiva de las fases iniciales de la actual guerra de Israel contra la Franja de Gaza, según revela una investigación de +972 Magazine y Local Call. Estos factores, descritos por antiguos y actuales miembros de los servicios de inteligencia israelíes, han influido probablemente en lo que ha sido una de las campañas militares más mortíferas contra los palestinos desde la Nakba de 1948.
La investigación de +972 y Local Call se basa en conversaciones con siete miembros actuales y antiguos de la comunidad de inteligencia israelí -incluido personal de inteligencia militar y de las fuerzas aéreas que participaron en operaciones israelíes en la Franja asediada-, además de testimonios, datos y documentación palestinos procedentes de la Franja de Gaza, y declaraciones oficiales del portavoz de las FDI y de otras instituciones estatales israelíes.
En comparación con anteriores asaltos israelíes contra Gaza, en la guerra actual -que Israel ha denominado «Operación Espadas de Hierro» y que comenzó tras el asalto dirigido por Hamás contra el sur de Israel el 7 de octubre- el ejército ha ampliado significativamente sus bombardeos contra objetivos que no son claramente de naturaleza militar. Entre ellos se incluyen residencias privadas, así como edificios públicos, infraestructuras y rascacielos, que, según las fuentes, el ejército define como «objetivos de poder» («matarot otzem»).
El bombardeo de objetivos de poder, según fuentes de inteligencia que tuvieron experiencia de primera mano con su aplicación en Gaza en el pasado, tiene como principal objetivo perjudicar a la sociedad civil palestina: «crear una conmoción» que, entre otras cosas, repercuta poderosamente y «lleve a los civiles a presionar a Hamás», como dijo una fuente.
Varias de las fuentes, que hablaron con +972 y Local Call bajo condición de anonimato, confirmaron que el ejército israelí dispone de archivos sobre la gran mayoría de objetivos potenciales en Gaza -incluidas viviendas- en los que se estipula el número de civiles que probablemente morirán en un ataque contra un objetivo concreto. Las unidades de inteligencia del ejército calculan y conocen de antemano esta cifra y, poco antes de llevar a cabo un ataque, también saben aproximadamente cuántos civiles morirán con toda seguridad.
En un caso comentado por las fuentes, el mando militar israelí aprobó a sabiendas la muerte de cientos de civiles palestinos en un intento de asesinar a un único alto mando militar de Hamás. «Las cifras aumentaron de docenas de muertes de civiles [permitidas] como daños colaterales en el marco de un ataque contra un alto cargo en operaciones anteriores, a cientos de muertes de civiles como daños colaterales», afirmó una de las fuentes.
«Nada ocurre por accidente», dijo otra fuente. «Cuando matan a una niña de 3 años en una casa de Gaza, es porque alguien del ejército decidió que no era grave que la mataran, que era un precio que merecía la pena pagar para alcanzar [otro] objetivo. No somos Hamás. No son cohetes lanzados al azar. Todo es intencionado. Sabemos exactamente cuántos daños colaterales hay en cada casa».
Según la investigación, otra de las razones del gran número de objetivos, y del extenso daño a la vida civil en Gaza, es el uso generalizado de un sistema llamado «Habsora» («El Evangelio»), que se basa en gran medida en la inteligencia artificial y puede «generar» objetivos casi automáticamente a un ritmo que supera con creces lo que era posible anteriormente. Este sistema de IA, como lo describió un antiguo oficial de inteligencia, facilita esencialmente una «fábrica de asesinatos en masa».
Según las fuentes, el creciente uso de sistemas basados en IA como Habsora permite al ejército llevar a cabo ataques masivos contra viviendas residenciales en las que vive un solo miembro de Hamás, incluso contra aquellos que son operativos subalternos de Hamás. Sin embargo, testimonios de palestinos en Gaza sugieren que, desde el 7 de octubre, el ejército también ha atacado muchas residencias privadas en las que no residía ningún miembro conocido o aparente de Hamás ni de ningún otro grupo militante. Tales ataques, según confirmaron fuentes a +972 y Local Call, pueden matar a sabiendas a familias enteras en el proceso.
En la mayoría de los casos, añadieron las fuentes, la actividad militar no se lleva a cabo desde esas viviendas. «Recuerdo haber pensado que era como si [los militantes palestinos] bombardearan todas las residencias privadas de nuestras familias cuando [los soldados israelíes] vuelven a dormir a casa el fin de semana», recordó una fuente crítica con esta práctica.
Otra fuente afirmó que un alto cargo de los servicios de inteligencia dijo a sus oficiales después del 7 de octubre que el objetivo era «matar al mayor número posible de operativos de Hamás», para lo cual se relajaron considerablemente los criterios relativos a causar daños a civiles palestinos. Así, hay «casos en los que bombardeamos basándonos en una amplia localización celular de dónde está el objetivo, matando a civiles. Esto se hace a menudo para ahorrar tiempo, en lugar de hacer un poco más de trabajo para obtener una localización más precisa», dijo la fuente.
El resultado de estas políticas es la asombrosa pérdida de vidas humanas en Gaza desde el 7 de octubre. Más de 300 familias han perdido a 10 o más familiares en bombardeos israelíes en los últimos dos meses, una cifra 15 veces superior a la de la que fue la guerra más mortífera de Israel contra Gaza, en 2014. En el momento de escribir estas líneas, se ha informado de la muerte de alrededor de 15.000 palestinos en la guerra, y sigue sumando.
«Todo esto está ocurriendo en contra del protocolo utilizado por las FDI en el pasado», explicó una fuente. «Existe la sensación de que los altos mandos del ejército son conscientes de su fracaso el 7 de octubre, y están ocupados con la cuestión de cómo ofrecer a la opinión pública israelí una imagen [de victoria] que salve su reputación.»
Una excusa para causar destrucción
Israel lanzó su asalto a Gaza tras la ofensiva del 7 de octubre dirigida por Hamás contra el sur de Israel. Durante ese ataque, bajo una lluvia de cohetes, los militantes palestinos masacraron a más de 840 civiles y mataron a 350 soldados y personal de seguridad, secuestraron a unas 240 personas -civiles y soldados- con destino a Gaza y cometieron actos de violencia sexual generalizada, incluidas violaciones, según un informe de la ONG Médicos por los Derechos Humanos de Israel.
Desde el primer momento tras el ataque del 7 de octubre, los responsables israelíes declararon abiertamente que la respuesta sería de una magnitud completamente distinta a las anteriores operaciones militares en Gaza, con el objetivo declarado de erradicar totalmente a Hamás. «El énfasis está en el daño y no en la precisión», dijo el portavoz de las FDI Daniel Hagari el 9 de octubre. El ejército no tardó en traducir esas declaraciones en acciones.
Según las fuentes que hablaron con +972 y Local Call, los objetivos de Gaza que han sido atacados por la aviación israelí pueden dividirse a grandes rasgos en cuatro categorías. La primera son los «objetivos tácticos», que incluyen objetivos militares estándar como células de militantes armados, almacenes de armas, lanzaderas de cohetes, lanzaderas de misiles antitanque, fosos de lanzamiento, bombas de mortero, cuarteles militares, puestos de observación, etcétera.
El segundo son los «objetivos subterráneos», principalmente túneles que Hamás ha excavado bajo los barrios de Gaza, incluso bajo viviendas civiles. Los ataques aéreos contra estos objetivos podrían provocar el derrumbamiento de las viviendas situadas encima o cerca de los túneles.
El tercero son los «objetivos de poder», que incluyen rascacielos y torres residenciales en el corazón de las ciudades, y edificios públicos como universidades, bancos y oficinas gubernamentales. Según tres fuentes de los servicios de inteligencia que participaron en la planificación o ejecución de ataques contra objetivos de poder en el pasado, la idea que subyace a estos ataques es que un ataque deliberado contra la sociedad palestina ejercerá una «presión civil» sobre Hamás.
La última categoría consiste en «casas familiares» o «casas de operativos». El objetivo declarado de estos ataques es destruir residencias privadas para asesinar a un único residente sospechoso de ser un operativo de Hamás o de la Yihad Islámica. Sin embargo, en la guerra actual, los testimonios palestinos afirman que algunas de las familias asesinadas no incluían a ningún operativo de estas organizaciones.
En las primeras fases de la guerra actual, el ejército israelí parece haber prestado especial atención a las categorías tercera y cuarta de objetivos. Según declaraciones realizadas el 11 de octubre por el portavoz de las FDI, durante los cinco primeros días de enfrentamientos, la mitad de los objetivos bombardeados – 1.329 de un total de 2.687 – fueron considerados objetivos de poder.
«Nos piden que busquemos edificios altos con medio piso que puedan atribuirse a Hamás», dijo una fuente que participó en anteriores ofensivas israelíes en Gaza. «A veces se trata de la oficina del portavoz de un grupo militante, o de un punto donde se reúnen los operativos. Entendí que el piso es una excusa que permite al ejército causar mucha destrucción en Gaza. Eso es lo que nos dijeron.
«Si dijeran a todo el mundo que las oficinas [de la Yihad Islámica] de la 10ª planta no son importantes como objetivo, sino que su existencia es una justificación para derribar todo el rascacielos con el objetivo de presionar a las familias civiles que viven en él para presionar a las organizaciones terroristas, esto se consideraría en sí mismo terrorismo. Por eso no lo dicen», añadió la fuente.
Varias fuentes que sirvieron en unidades de inteligencia de las IDF dijeron que, al menos hasta la guerra actual, los protocolos del ejército permitían atacar objetivos de poder sólo cuando los edificios estuvieran vacíos de residentes en el momento del ataque. Sin embargo, testimonios y vídeos procedentes de Gaza sugieren que, desde el 7 de octubre, algunos de estos objetivos han sido atacados sin previo aviso a sus ocupantes, matando como resultado a familias enteras.
El ataque a gran escala contra viviendas residenciales puede deducirse de datos públicos y oficiales. Según la Oficina de Medios de Comunicación del Gobierno en Gaza -que ha estado facilitando cifras de muertos desde que el Ministerio de Sanidad de Gaza dejó de hacerlo el 11 de noviembre debido al colapso de los servicios sanitarios en la Franja-, cuando se produjo el alto el fuego temporal, el 23 de noviembre, Israel había matado a 14.800 palestinos en Gaza; aproximadamente 6.000 de ellos eran niños y 4.000 mujeres, que juntos constituyen más del 67% del total. Las cifras facilitadas por el Ministerio de Sanidad y la Oficina Gubernamental de Medios de Comunicación -ambos dependientes del gobierno de Hamás- no se desvían significativamente de las estimaciones israelíes.
El Ministerio de Sanidad de Gaza, además, no especifica cuántos de los muertos pertenecían a las alas militares de Hamás o de la Yihad Islámica. El ejército israelí calcula que ha matado entre 1.000 y 3.000 militantes palestinos armados. Según los medios de comunicación de Israel, algunos de los militantes muertos están enterrados bajo los escombros o dentro del sistema de túneles subterráneos de Hamás, por lo que no se contabilizaron en los recuentos oficiales.
Los datos de la ONU correspondientes al periodo transcurrido hasta el 11 de noviembre, fecha en la que Israel había matado a 11.078 palestinos en Gaza, indican que al menos 312 familias han perdido a 10 o más personas en el actual ataque israelí; a modo de comparación, durante la «Operación Margen Protector» de 2014, 20 familias de Gaza perdieron a 10 o más personas. Al menos 189 familias han perdido entre seis y nueve personas según los datos de la ONU, mientras que 549 familias han perdido entre dos y cinco personas. Todavía no se han facilitado desgloses actualizados de las cifras de víctimas publicadas desde el 11 de noviembre.
En total, según la ONU, 1,7 millones de palestinos, la gran mayoría de la población de la Franja, han sido desplazados dentro de Gaza desde el 7 de octubre. El ejército alegó que la exigencia de evacuar el norte de la Franja tenía por objeto proteger la vida de los civiles. Los palestinos, sin embargo, ven este desplazamiento masivo como parte de una «nueva Nakba», un intento de limpiar étnicamente parte o la totalidad del territorio.
Derribaron un rascacielos porque sí
Según el ejército israelí, durante los cinco primeros días de combates lanzó 6.000 bombas sobre la Franja, con un peso total de unas 4.000 toneladas. Los medios de comunicación informaron de que el ejército había arrasado barrios enteros; según el Centro de Derechos Humanos Al Mezan, con sede en Gaza, estos ataques provocaron «la destrucción total de barrios residenciales, la destrucción de infraestructuras y el asesinato masivo de residentes».
Según documentó Al Mezan y numerosas imágenes procedentes de Gaza, Israel bombardeó la Universidad Islámica de Gaza, el Colegio de Abogados palestino, un edificio de la ONU destinado a un programa educativo para estudiantes destacados, un edificio de la Compañía Palestina de Telecomunicaciones, el Ministerio de Economía Nacional, el Ministerio de Cultura, carreteras y decenas de edificios altos y viviendas, especialmente en los barrios del norte de Gaza.
El quinto día de combates, el portavoz de las FDI distribuyó a los reporteros militares en Israel imágenes por satélite del «antes y el después» de barrios del norte de la Franja, como Shuja’iyya y Al-Furqan (apodado así por una mezquita de la zona) en la ciudad de Gaza, que mostraban decenas de casas y edificios destruidos. El ejército israelí dijo que había atacado 182 objetivos de poder en Shuja’iyya y 312 objetivos de poder en Al-Furqan.
El Jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea israelí, Omer Tishler, dijo a los periodistas militares que todos estos ataques tenían un objetivo militar legítimo, pero también que barrios enteros fueron atacados «a gran escala y no de forma quirúrgica.» Tras señalar que la mitad de los objetivos militares hasta el 11 de octubre eran objetivos de poder, el portavoz de las FDI dijo que se atacaron «barrios que sirven de nidos de terror para Hamás» y que se causaron daños a «cuarteles generales operativos», «activos operativos» y «activos utilizados por organizaciones terroristas dentro de edificios residenciales.» El 12 de octubre, el ejército israelí anunció que había matado a tres «altos cargos de Hamás», dos de los cuales formaban parte del ala política del grupo.
Sin embargo, a pesar del desenfrenado bombardeo israelí, el daño a la infraestructura militar de Hamás en el norte de Gaza durante los primeros días de la guerra parece haber sido mínimo. De hecho, fuentes de inteligencia dijeron a +972 y a Local Call que los objetivos militares que formaban parte de los objetivos de poder ya se habían utilizado muchas veces como excusa para dañar a la población civil. «Hamás está en todas partes en Gaza; no hay edificio que no tenga algo de Hamás, así que si quieren encontrar la forma de convertir un rascacielos en un objetivo, podrán hacerlo», dijo un ex funcionario de inteligencia.
«Nunca atacarán sin más un rascacielos que no tenga algo que podamos definir como objetivo militar», dijo otra fuente de inteligencia, que llevó a cabo ataques anteriores contra objetivos de poder. «Siempre habrá un piso en el rascacielos [asociado con Hamás]. Pero en su mayor parte, cuando se trata de objetivos de poder, está claro que el objetivo no tiene un valor militar que justifique un ataque que derribe todo un edificio vacío en medio de una ciudad, con la ayuda de seis aviones y bombas de varias toneladas.»
De hecho, según fuentes que participaron en la recopilación de objetivos de poder en guerras anteriores, aunque el archivo de objetivos suele contener algún tipo de supuesta asociación con Hamás u otros grupos militantes, atacar el objetivo funciona principalmente como un «medio que permite causar daños a la sociedad civil.» Las fuentes entendieron, algunas de forma explícita y otras implícitamente, que el daño a los civiles es el verdadero propósito de estos ataques.
En mayo de 2021, por ejemplo, Israel fue duramente criticado por bombardear la Torre Al-Jalaa, que albergaba destacados medios de comunicación internacionales como Al Yazira, AP y AFP. El ejército afirmó que el edificio era un objetivo militar de Hamás; fuentes han declarado a +972 y Local Call que en realidad era un objetivo de poder.
«La percepción es que realmente perjudica a Hamás cuando se derriban edificios altos, porque crea una reacción pública en la Franja de Gaza y asusta a la población», dijo una de las fuentes. «Querían dar a los ciudadanos de Gaza la sensación de que Hamás no controla la situación. A veces derribaban edificios y a veces servicios postales y edificios gubernamentales».
Aunque no tiene precedentes que el ejército israelí ataque más de 1.000 objetivos de poder en cinco días, la idea de causar una devastación masiva en zonas civiles con fines estratégicos se formuló en anteriores operaciones militares en Gaza, perfeccionada por la llamada «Doctrina Dahiya» de la Segunda Guerra del Líbano de 2006.
Según la doctrina -desarrollada por el ex jefe del Estado Mayor de las FDI Gadi Eizenkot, que ahora es miembro de la Knesset y forma parte del actual gabinete de guerra- en una guerra contra grupos guerrilleros como Hamás o Hezbolá, Israel debe utilizar una fuerza desproporcionada y abrumadora atacando infraestructuras civiles y gubernamentales con el fin de establecer una disuasión y obligar a la población civil a presionar a los grupos para que pongan fin a sus ataques. El concepto de «objetivos de poder» parece haber emanado de esta misma lógica.
La primera vez que el ejército israelí definió públicamente objetivos de poder en Gaza fue al final de la Operación Margen Protector en 2014. El ejército bombardeó cuatro edificios durante los últimos cuatro días de la guerra: tres edificios residenciales de varias plantas en la ciudad de Gaza y un rascacielos en Rafah. Las fuerzas de seguridad explicaron entonces que los ataques pretendían transmitir a los palestinos de Gaza que «ya nada es inmune» y presionar a Hamás para que accediera a un alto el fuego. «Las pruebas que recogimos demuestran que la destrucción masiva [de los edificios] se llevó a cabo deliberadamente, y sin ninguna justificación militar», afirmaba un informe de Amnistía a finales de 2014.
En otra escalada violenta que comenzó en noviembre de 2018, el ejército volvió a atacar objetivos de poder. Esa vez, Israel bombardeó rascacielos, centros comerciales y el edificio de la cadena de televisión Al-Aqsa, afiliada a Hamás. «Atacar objetivos de poder produce un efecto muy significativo en el otro bando», declaró entonces un oficial de la Fuerza Aérea. «Lo hicimos sin matar a nadie y nos aseguramos de que el edificio y sus alrededores fueran evacuados».
Las operaciones anteriores también han demostrado cómo golpear estos objetivos no sólo pretende dañar la moral palestina, sino también elevar la moral dentro de Israel. Haaretz reveló que durante la Operación Guardián de los Muros en 2021, la Unidad del Portavoz de las FDI llevó a cabo una operación psicológica (PSY_OP) contra ciudadanos israelíes para aumentar la concienciación sobre las operaciones de las FDI en Gaza y el daño que causaban a los palestinos. Los soldados, que utilizaron cuentas de redes sociales falsas para ocultar el origen de la campaña, subieron imágenes y clips de los ataques del ejército en Gaza a Twitter, Facebook, Instagram y TikTok para demostrar la destreza del ejército al público israelí.
Durante el asalto de 2021, Israel atacó nueve objetivos definidos como objetivos de poder, todos ellos edificios de gran altura. «El objetivo era derrumbar los rascacielos para presionar a Hamás y también para que el público [israelí] viera una imagen de victoria», dijo una fuente de seguridad a +972 y Local Call.
Sin embargo, continuó la fuente, «no funcionó. Como alguien que ha seguido a Hamás, he oído de primera mano lo poco que les importaban los civiles y los edificios derribados. A veces el ejército encontraba algo en un edificio alto que estaba relacionado con Hamás, pero también era posible alcanzar ese objetivo específico con armamento más preciso. La conclusión es que derribaron un rascacielos por derribar un rascacielos».
‘Todo el mundo buscaba a sus hijos en estos montones’
En la guerra actual, Israel no sólo ha atacado un número sin precedentes de objetivos de poder, sino que también ha visto cómo el ejército abandonaba las políticas anteriores destinadas a evitar daños a los civiles. Mientras que anteriormente el procedimiento oficial del ejército era que sólo era posible atacar objetivos de poder después de que todos los civiles hubieran sido evacuados de ellos, los testimonios de los residentes palestinos en Gaza indican que, desde el 7 de octubre, Israel ha atacado rascacielos con sus residentes todavía dentro, o sin haber tomado medidas significativas para evacuarlos, lo que ha provocado la muerte de muchos civiles.
Según una investigación de AP realizada después de la guerra de 2014, alrededor del 89% de los muertos en los bombardeos aéreos de viviendas familiares eran residentes desarmados, y la mayoría de ellos eran niños y mujeres.
Tishler, el jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, confirmó un cambio en la política, diciendo a los periodistas que la política del ejército de «golpear el techo» – por el que dispararía un pequeño ataque inicial en el techo de un edificio para advertir a los residentes que está a punto de ser atacado – ya no está en uso «donde hay un enemigo.» Golpear el tejado, dijo Tishler, es «un término relevante para las rondas [de combates] y no para la guerra».
Las fuentes que han trabajado anteriormente en objetivos de poder dijeron que la descarada estrategia de la guerra actual podría ser un desarrollo peligroso, explicando que atacar objetivos de poder estaba originalmente pensado para «conmocionar» a Gaza pero no necesariamente para matar a un gran número de civiles. «Los objetivos se diseñaron partiendo del supuesto de que se evacuaría a la gente de los rascacielos, así que cuando estábamos trabajando [en la recopilación de los objetivos], no nos preocupaba en absoluto cuántos civiles resultarían dañados; se suponía que el número sería siempre cero», dijo una fuente con profundo conocimiento de la táctica.
«Esto significaría que habría una evacuación total [de los edificios atacados], lo que lleva de dos a tres horas, durante las cuales se llama a los residentes [por teléfono para que evacúen], se disparan misiles de advertencia y también comprobamos con imágenes de drones que la gente abandona efectivamente el rascacielos», añadió la fuente.
Sin embargo, los indicios procedentes de Gaza sugieren que algunos rascacielos -que suponemos eran objetivos energéticos- fueron derribados sin previo aviso. +972 y Local Call localizaron al menos dos casos durante la guerra actual en los que se bombardearon y derrumbaron rascacielos residenciales enteros sin previo aviso, y un caso en el que, según las pruebas, un rascacielos se derrumbó sobre civiles que estaban dentro.
El 10 de octubre, Israel bombardeó el edificio Babel de Gaza, según el testimonio de Bilal Abu Hatzira, que esa noche rescató cadáveres de entre las ruinas. En el ataque al edificio murieron diez personas, entre ellas tres periodistas.
El 25 de octubre, el edificio residencial de 12 plantas Al-Taj, en la ciudad de Gaza, fue bombardeado hasta los cimientos, matando sin previo aviso a las familias que vivían en su interior. Unas 120 personas quedaron sepultadas bajo las ruinas de sus apartamentos, según los testimonios de los residentes. Yousef Amar Sharaf, residente de Al-Taj, escribió en X que 37 de los miembros de su familia que vivían en el edificio murieron en el ataque: «Mi querido padre y mi querida madre, mi amada esposa, mis hijos y la mayoría de mis hermanos y sus familias». Los residentes declararon que se lanzaron muchas bombas, que también dañaron y destruyeron apartamentos en edificios cercanos.
Seis días después, el 31 de octubre, el edificio residencial Al-Mohandseen, de ocho plantas, fue bombardeado sin previo aviso. Al parecer, el primer día se recuperaron entre 30 y 45 cadáveres de entre las ruinas. Se encontró un bebé vivo, sin sus padres. Los periodistas calculan que más de 150 personas murieron en el ataque, ya que muchas quedaron sepultadas bajo los escombros.
El edificio se levantaba en el campo de refugiados de Nuseirat, al sur de Wadi Gaza -en la supuesta «zona segura» a la que Israel dirigió a los palestinos que huyeron de sus hogares en el norte y centro de Gaza-, por lo que servía de refugio temporal para los desplazados, según los testimonios.
Según una investigación de Amnistía Internacional, el 9 de octubre Israel bombardeó al menos tres edificios de varias plantas, así como un mercadillo abierto en una concurrida calle del campo de refugiados de Jabaliya, matando al menos a 69 personas. «Los cuerpos estaban quemados… No quería mirar, tenía miedo de ver la cara de Imad», dijo el padre de un niño que murió. «Los cuerpos estaban esparcidos por el suelo. Todo el mundo buscaba a sus hijos entre esos montones. Reconocí a mi hijo sólo por sus pantalones. Quería enterrarlo inmediatamente, así que cargué con mi hijo y lo saqué».
Según la investigación de Amnistía, el ejército dijo que el ataque contra la zona del mercado iba dirigido contra una mezquita «donde había operativos de Hamás». Sin embargo, según la misma investigación, las imágenes de satélite no muestran ninguna mezquita en las inmediaciones.
El portavoz de las FDI no respondió a las preguntas de +972 y Local Call sobre ataques concretos, pero declaró de forma más general que «las FDI avisaron antes de los ataques de diversas formas y, cuando las circunstancias lo permitieron, también emitieron avisos individuales mediante llamadas telefónicas a personas que se encontraban en los objetivos o cerca de ellos (hubo más de 25.000 conversaciones en directo durante la guerra, además de millones de conversaciones grabadas, mensajes de texto y octavillas lanzadas desde el aire con el fin de advertir a la población). En general, las IDF trabajan para reducir al máximo el daño a los civiles como parte de los ataques, a pesar del reto que supone luchar contra una organización terrorista que utiliza a los ciudadanos de Gaza como escudos humanos.»
‘La máquina produjo 100 objetivos en un día’
Según el portavoz de las FDI, hasta el 10 de noviembre, durante los primeros 35 días de combates, Israel había atacado un total de 15.000 objetivos en Gaza. Según múltiples fuentes, se trata de una cifra muy elevada en comparación con las cuatro grandes operaciones anteriores en la Franja. Durante Guardián de los Muros en 2021, Israel atacó 1.500 objetivos en 11 días. En Borde Protector en 2014, que duró 51 días, Israel atacó entre 5.266 y 6.231 objetivos. Durante Pilar de Defensa en 2012, se atacaron unos 1.500 objetivos en ocho días. En Plomo Fundido, en 2008, Israel atacó 3.400 objetivos en 22 días.
Fuentes de inteligencia que sirvieron en las operaciones anteriores también dijeron a +972 y Local Call que, durante 10 días en 2021 y tres semanas en 2014, un ritmo de ataque de 100 a 200 objetivos por día llevó a una situación en la que a la Fuerza Aérea de Israel no le quedaban objetivos de valor militar. ¿Por qué, entonces, después de casi dos meses, el ejército israelí aún no se ha quedado sin objetivos en la guerra actual?
La respuesta puede estar en una declaración del Portavoz de las IDF del 2 de noviembre, según la cual está utilizando el sistema de IA Habsora («El Evangelio»), que según el portavoz «permite el uso de herramientas automáticas para producir objetivos a un ritmo rápido, y funciona mejorando el material de inteligencia preciso y de alta calidad de acuerdo con las necesidades [operacionales].»
En el comunicado se cita a un alto cargo de los servicios de inteligencia que afirma que, gracias a Habsora, se crean objetivos para ataques de precisión «causando un gran daño al enemigo y un daño mínimo a los no combatientes. Los operativos de Hamás no son inmunes, no importa dónde se escondan».
Según fuentes de inteligencia, Habsora genera, entre otras cosas, recomendaciones automáticas para atacar residencias privadas donde viven personas sospechosas de ser operativos de Hamás o de la Yihad Islámica. A continuación, Israel lleva a cabo operaciones de asesinato a gran escala mediante el bombardeo intensivo de estas residencias.
Habsora, explicó una de las fuentes, procesa enormes cantidades de datos que «decenas de miles de agentes de inteligencia no podrían procesar», y recomienda lugares de bombardeo en tiempo real. Dado que la mayoría de los altos cargos de Hamás se dirigen a los túneles subterráneos al inicio de cualquier operación militar, según las fuentes, el uso de un sistema como Habsora permite localizar y atacar las viviendas de operativos relativamente menores.
Un antiguo oficial de inteligencia explicó que el sistema Habsora permite al ejército dirigir una «fábrica de asesinatos en masa», en la que «se hace hincapié en la cantidad y no en la calidad». Un ojo humano «repasará los objetivos antes de cada ataque, pero no necesita dedicarles mucho tiempo». Dado que Israel estima que hay aproximadamente 30.000 miembros de Hamás en Gaza, y todos están marcados para morir, el número de objetivos potenciales es enorme.
En 2019, el ejército israelí creó un nuevo centro destinado a utilizar la IA para acelerar la generación de objetivos. «La División Administrativa de Objetivos es una unidad que incluye a cientos de oficiales y soldados, y se basa en capacidades de IA», dijo el ex jefe de Estado Mayor de las FDI Aviv Kochavi en una entrevista en profundidad con Ynet a principios de este año.
«Se trata de una máquina que, con la ayuda de la IA, procesa muchos datos mejor y más rápido que cualquier humano, y los traduce en objetivos para atacar», prosiguió Kochavi. «El resultado fue que en la Operación Guardián de los Muros [en 2021], desde el momento en que se activó esta máquina, generó 100 objetivos nuevos cada día. Verán, en el pasado hubo épocas en Gaza en las que creábamos 50 objetivos al año. Y aquí la máquina produjo 100 objetivos en un día».
«Preparamos los objetivos automáticamente y trabajamos según una lista de control», dijo a +972 y Local Call una de las fuentes que trabajaba en la nueva División Administrativa de Objetivos. «Realmente es como una fábrica. Trabajamos deprisa y no hay tiempo para profundizar en el objetivo. La opinión es que se nos juzga según cuántos objetivos consigamos generar».
Un alto cargo militar encargado del banco de objetivos declaró al Jerusalem Post a principios de este año que, gracias a los sistemas de IA del ejército, por primera vez los militares pueden generar nuevos objetivos a un ritmo más rápido que el de sus ataques. Otra fuente dijo que el impulso para generar automáticamente un gran número de objetivos es una realización de la Doctrina Dahiya.
De este modo, los sistemas automatizados como Habsora han facilitado enormemente la labor de los oficiales de inteligencia israelíes a la hora de tomar decisiones durante las operaciones militares, incluido el cálculo de posibles bajas. Cinco fuentes diferentes confirmaron que el número de civiles que pueden morir en ataques contra residencias privadas es conocido de antemano por la inteligencia israelí, y aparece claramente en el archivo de objetivos bajo la categoría de «daños colaterales.»
Según estas fuentes, existen grados de daños colaterales, en función de los cuales el ejército determina si es posible atacar un objetivo dentro de una residencia privada. «Cuando la directiva general se convierte en ‘Daños colaterales 5’, eso significa que estamos autorizados a atacar todos los objetivos que maten a cinco o menos civiles – podemos actuar sobre todos los archivos de objetivos que sean cinco o menos», dijo una de las fuentes.
«En el pasado, no marcábamos regularmente las casas de los miembros subalternos de Hamás para bombardearlas», dijo un funcionario de seguridad que participó en el ataque de objetivos durante operaciones anteriores. «En mi época, si la casa en la que estaba trabajando estaba marcada como Daño Colateral 5, no siempre recibía la aprobación [para ser atacada]». Dicha aprobación, dijo, sólo se recibía si se sabía que un alto comandante de Hamás vivía en la casa.
«A mi entender, hoy pueden marcar todas las casas de [cualquier operativo militar de Hamás, independientemente de su rango]», continuó la fuente. «Son muchas casas. Los miembros de Hamás que realmente no importan para nada viven en casas por toda Gaza. Así que marcan la casa, la bombardean y matan a todos los que están allí».
Una política concertada para bombardear hogares familiares
El 22 de octubre, la Fuerza Aérea israelí bombardeó la casa del periodista palestino Ahmed Alnaouq en la ciudad de Deir al-Balah. Ahmed es amigo íntimo y colega mío; hace cuatro años fundamos una página hebrea en Facebook llamada «Al otro lado del muro», con el objetivo de hacer llegar al público israelí las voces palestinas de Gaza.
El ataque del 22 de octubre derrumbó bloques de hormigón sobre toda la familia de Ahmed, matando a su padre, hermanos, hermanas y a todos sus hijos, incluidos los bebés. Sólo su sobrina de 12 años, Malak, sobrevivió y permaneció en estado crítico, con el cuerpo cubierto de quemaduras. Pocos días después, Malak murió.
Veintiún miembros de la familia de Ahmed murieron en total, enterrados bajo su casa. Ninguno de ellos era militante. El más joven tenía 2 años; el mayor, su padre, tenía 75. Ahmed, que vive actualmente en el Reino Unido, está ahora sin toda su familia.
El grupo de WhatsApp de la familia de Ahmed se titula «Mejor juntos». El último mensaje que aparece allí fue enviado por él, poco después de la medianoche de la noche en que perdió a su familia. «Que alguien me avise de que todo va bien», escribió. Nadie respondió. Se durmió, pero se despertó sobresaltado a las 4 de la madrugada. Empapado en sudor, volvió a mirar el teléfono. Silencio. Entonces recibió un mensaje de un amigo con la terrible noticia.
El caso de Ahmed es común en Gaza estos días. En entrevistas a la prensa, los directores de los hospitales de Gaza se han hecho eco de la misma descripción: las familias entran en los hospitales como una sucesión de cadáveres, un niño seguido de su padre seguido de su abuelo. Todos los cuerpos están cubiertos de suciedad y sangre.
Según antiguos oficiales de inteligencia israelíes, en muchos casos en los que se bombardea una residencia privada, el objetivo es el «asesinato de operativos de Hamás o la Yihad», y dichos objetivos se atacan cuando el operativo entra en la vivienda. Los investigadores de inteligencia saben si los familiares o vecinos del operativo también pueden morir en un ataque, y saben cómo calcular cuántos de ellos pueden morir. Cada una de las fuentes dijo que se trata de domicilios privados, donde en la mayoría de los casos no se lleva a cabo ninguna actividad militar.
+972 y Local Call no disponen de datos sobre el número de militares que efectivamente murieron o resultaron heridos por ataques aéreos contra residencias privadas en la guerra actual, pero hay sobradas pruebas de que, en muchos casos, no se trataba de militares o políticos pertenecientes a Hamás o a la Yihad Islámica.
El 10 de octubre, la Fuerza Aérea israelí bombardeó un edificio de apartamentos en el barrio Sheikh Radwan de Gaza, matando a 40 personas, la mayoría mujeres y niños. En uno de los impactantes vídeos grabados tras el ataque, se ve a gente gritando, sujetando lo que parece ser una muñeca sacada de las ruinas de la casa y pasándosela de mano en mano. Cuando la cámara se acerca, se puede ver que no es una muñeca, sino el cuerpo de un bebé.
Uno de los residentes dijo que 19 miembros de su familia murieron en el ataque. Otro superviviente escribió en Facebook que sólo había encontrado el hombro de su hijo entre los escombros. Amnistía investigó el ataque y descubrió que un miembro de Hamás vivía en uno de los pisos superiores del edificio, pero no estaba presente en el momento del ataque.
El bombardeo de viviendas familiares en las que supuestamente viven operativos de Hamás o de la Yihad Islámica se convirtió probablemente en una política más concertada de las FDI durante la Operación Margen Protector de 2014. Por aquel entonces, 606 palestinos -aproximadamente una cuarta parte de los civiles muertos durante los 51 días de combates- eran miembros de familias cuyas casas fueron bombardeadas. Un informe de la ONU lo definió en 2015 tanto como un potencial crimen de guerra como «un nuevo patrón» de acción que «llevó a la muerte de familias enteras.»
En 2014, 93 bebés murieron como consecuencia de bombardeos israelíes contra hogares familiares, de los cuales 13 eran menores de un año. Hace un mes, ya se había identificado a 286 bebés de 1 año o menos muertos en Gaza, según una lista de identificación detallada con las edades de las víctimas publicada por el Ministerio de Sanidad de Gaza el 26 de octubre. Desde entonces, es probable que la cifra se haya duplicado o triplicado.
Sin embargo, en muchos casos, y especialmente durante los actuales ataques contra Gaza, el ejército israelí ha llevado a cabo ataques que han alcanzado residencias privadas incluso cuando no hay un objetivo militar conocido o claro. Por ejemplo, según el Comité para la Protección de los Periodistas, hasta el 29 de noviembre Israel había matado a 50 periodistas palestinos en Gaza, algunos de ellos en sus casas con sus familias.
Roshdi Sarraj, periodista gazatí de 31 años nacida en Gran Bretaña, fundó un medio de comunicación en Gaza llamado «Ain Media». El 22 de octubre, una bomba israelí alcanzó la casa de sus padres donde dormía, matándolo. La periodista Salam Mema murió igualmente bajo las ruinas de su casa tras ser bombardeada; de sus tres hijos pequeños, Hadi, de 7 años, falleció, mientras que Sham, de 3, aún no ha sido encontrado bajo los escombros. Otras dos periodistas, Duaa Sharaf y Salma Makhaimer, murieron junto con sus hijos en sus casas.
Los analistas israelíes han admitido que la eficacia militar de este tipo de ataques aéreos desproporcionados es limitada. Dos semanas después del inicio de los bombardeos en Gaza (y antes de la invasión terrestre) -después de que se contaran los cadáveres de 1.903 niños, aproximadamente 1.000 mujeres y 187 ancianos en la Franja de Gaza-, el comentarista israelí Avi Issacharoff tuiteó: «Por duro que sea oírlo, en el 14º día de combates, no parece que el brazo militar de Hamás haya sufrido daños significativos. El daño más significativo para la cúpula militar es el asesinato de [el comandante de Hamás] Ayman Nofal».
Lucha contra animales humanos
Los militantes de Hamás operan habitualmente desde una intrincada red de túneles construidos bajo grandes extensiones de la Franja de Gaza. Estos túneles, como confirmaron los ex agentes de inteligencia israelíes con los que hablamos, también pasan por debajo de viviendas y carreteras. Por lo tanto, es probable que los intentos israelíes de destruirlos con ataques aéreos provoquen en muchos casos la muerte de civiles. Esta puede ser otra de las razones del elevado número de familias palestinas aniquiladas en la actual ofensiva.
Los oficiales de inteligencia entrevistados para este artículo afirmaron que la forma en que Hamás diseñó la red de túneles en Gaza explota a sabiendas a la población civil y las infraestructuras en la superficie. Estas afirmaciones fueron también la base de la campaña mediática que Israel llevó a cabo en relación con los ataques e incursiones contra el hospital Al-Shifa y los túneles que se descubrieron bajo él.
Israel también ha atacado un gran número de objetivos militares: operativos armados de Hamás, emplazamientos de lanzacohetes, francotiradores, escuadrones antitanque, cuarteles militares, bases, puestos de observación y otros. Desde el comienzo de la invasión terrestre, se han utilizado bombardeos aéreos y fuego de artillería pesada para proporcionar apoyo a las tropas israelíes sobre el terreno. Los expertos en derecho internacional afirman que estos objetivos son legítimos, siempre que los ataques respeten el principio de proporcionalidad.
En respuesta a una pregunta de +972 y Local Call para este artículo, el portavoz de las FDI declaró: «Las IDF están comprometidas con el derecho internacional y actúan de acuerdo con él, y al hacerlo atacan objetivos militares y no atacan a civiles. La organización terrorista Hamás sitúa a sus operativos y activos militares en el corazón de la población civil. Hamás utiliza sistemáticamente a la población civil como escudo humano y lleva a cabo combates desde edificios civiles, incluidos lugares sensibles como hospitales, mezquitas, escuelas e instalaciones de la ONU».
Fuentes de inteligencia que hablaron con +972 y Local Call afirmaron igualmente que en muchos casos Hamás «pone deliberadamente en peligro a la población civil de Gaza e intenta impedir por la fuerza que los civiles evacúen». Dos fuentes afirmaron que los dirigentes de Hamás «entienden que el daño israelí a los civiles les da legitimidad para luchar.»
Al mismo tiempo, aunque ahora resulte difícil de imaginar, la idea de lanzar una bomba de una tonelada destinada a matar a un operativo de Hamás y acabar matando a toda una familia como «daño colateral» no siempre fue tan fácilmente aceptada por amplios sectores de la sociedad israelí. En 2002, por ejemplo, la Fuerza Aérea israelí bombardeó la casa de Salah Mustafa Muhammad Shehade, entonces jefe de las Brigadas Al-Qassam, el brazo militar de Hamás. La bomba le mató a él, a su esposa Eman, a su hija Laila, de 14 años, y a otros 14 civiles, entre ellos 11 niños. La matanza provocó una conmoción pública tanto en Israel como en el resto del mundo, e Israel fue acusado de cometer crímenes de guerra.
Esas críticas llevaron al ejército israelí a decidir en 2003 lanzar una bomba más pequeña, de un cuarto de tonelada, sobre una reunión de altos cargos de Hamás -incluido el escurridizo líder de las Brigadas Al-Qassam, Mohammed Deif- que tenía lugar en un edificio residencial de Gaza, a pesar del temor de que no fuera lo suficientemente potente como para matarlos. En su libro «To Know Hamas», el veterano periodista israelí Shlomi Eldar escribió que la decisión de utilizar una bomba relativamente pequeña se debió al precedente de Shehade y al temor de que una bomba de una tonelada matara también a los civiles del edificio. El atentado fracasó y los altos mandos del ala militar huyeron del lugar.
En diciembre de 2008, en la primera gran guerra que Israel libró contra Hamás tras hacerse con el poder en Gaza, Yoav Gallant, que en aquel momento dirigía el Mando Sur de las IDF, dijo que por primera vez Israel estaba «atacando las casas familiares» de altos cargos de Hamás con el objetivo de destruirlas, pero no de dañar a sus familias. Gallant hizo hincapié en que las viviendas fueron atacadas después de que las familias fueran advertidas mediante un «golpe en el tejado», así como por llamada telefónica, tras quedar claro que en el interior de la casa se estaba produciendo actividad militar de Hamás.
Tras el Borde Protector de 2014, durante el cual Israel comenzó a atacar sistemáticamente casas familiares desde el aire, grupos de derechos humanos como B’Tselem recogieron testimonios de palestinos que sobrevivieron a estos ataques. Los supervivientes dijeron que las casas se derrumbaron sobre sí mismas, los fragmentos de vidrio cortaron los cuerpos de los que estaban dentro, los escombros «huelen a sangre» y las personas fueron enterradas vivas.
Esta política mortífera continúa hoy en día, gracias en parte al uso de armamento destructivo y tecnología sofisticada como Habsora, pero también a una clase política y de seguridad que ha soltado las riendas de la maquinaria militar israelí. Quince años después de insistir en que el ejército se esforzaba por minimizar los daños a los civiles, Gallant, ahora Ministro de Defensa, ha cambiado claramente de tono. «Estamos luchando contra animales humanos y actuamos en consecuencia», declaró después del 7 de octubre.
No se a ustedes, a mí todo esto me parece REPUGNANTE.
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