Punto de vista desde la República Popular de China sobre la operación especial de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa en Ucrania.

中国人民大学国际关系学院
院长
Original, en Guancha.cn, por Yang Guangbin (杨光斌) – Rector del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Popular de China.
Mientras preparaba la publicación de este post he recordado (gracias a las cuentas de Twitter de China Xinhua News @XNews y de Liyang @Li Yang_China) que el 8 de mayo es el aniversario del ataque militar de la OTAN a la República Popular de China, cuando la embajada de Pekín en la República Federal de Yugoslavia fue bombardeada (1999).
Ayer se celebró en Belgrado una ceremonia recordatoria de las víctimas chinas del ataque. Siguen siendo consideradas una deuda de sangre adquirida por la OTAN frente al pueblo chino.
Desde aquí nos unimos al recuerdo de las personas asesinadas.


Despues de recordar tan señalada fecha, pasamos al artículo de Yang Guangbin (杨光斌), Rector del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Popular de China, publicado el 1 de Mayo de 2022:
[Introducción] Tras el conflicto entre Rusia y Ucrania, Occidente ha lanzado una serie de sanciones contra Rusia. Pero, en opinión del presidente ruso Vladimir Putin, esto marca precisamente el fin de una era en la que Occidente perderá, a partir de ahora, su dominio global, tanto política como económicamente. Y la iniciativa de Rusia se considera un desafío al orden mundial establecido por Occidente.
Para Yang Guangbin, autor de este artículo y decano de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad Renmin de China, la resistencia rusa no empezó con la guerra ruso-ucraniana, sino que lleva un siglo. Y esta vez, Europa y Estados Unidos pagarán un nuevo precio.
Durante un siglo, los rusos han luchado contra un orden mundial dominado por Gran Bretaña y Estados Unidos. Esta vez han lanzado una «operación especial» para proteger su seguridad nacional y oponerse a todo el mundo occidental.
La lucha ancestral de Rusia y la reorganización del orden mundial
Rusia era un principado que, mediante siglos de batallas, se ha convertido en un imperio con el mayor territorio del mundo. A principios del siglo XX, su constante expansión se detuvo: los anglosajones habían creado un sistema mundial, y la posición de los rusos se invirtió: pasaron de ser conquistadores a ser «rebeldes».
Los rusos llevaban un siglo luchando contra el sistema mundial capitalista creado por los protestantes blancos anglosajones (WASP). Esta historia política mundial no estaba planificada de antemano, y el resultado de los cambios en el orden mundial es una historia de siglos de lucha entre los eslavos -los rusos- y los anglosajones. La crisis ruso-ucraniana no es, desde luego, el final de esa historia.
Hacia 1875, el sistema económico mundial capitalista, liderado por Gran Bretaña en su conjunto, terminó de formarse. Es decir, los británicos tardaron 200 años en establecer su propio orden hegemónico, y tras el final de la Segunda Guerra Mundial el estandarte del liderazgo pasó a manos de los estadounidenses. Durante 300 años los anglosajones dominaron el orden mundial.
La peculiaridad de este sistema, sobre todo, es su brutalidad. Según William McNeil, el fundador de la macrohistoria mundial, entre las naciones en expansión los anglosajones fueron los más beligerantes, los más sangrientos y los más brutales.
La segunda característica de este sistema es la desigualdad. El capitalismo es una economía basada en la distribución desigual del capital.
La tercera característica es su fundamento militar. El sistema político y económico que se desarrolló durante la Segunda Guerra Mundial es lo que los estadounidenses llaman el complejo militar-industrial. La base de la viabilidad de este sistema es la guerra.
La cuarta característica es que las características antes mencionadas demuestran que la expansión es la naturaleza de este sistema, y la guerra es su modo de vida básico.

La magnitud del comercio de armas de Estados Unidos ha aumentado en los últimos años
No todos estaban contentos con el dominio anglosajón del mundo. Por un lado, había disidentes dentro de la civilización occidental. A principios del siglo XIX, el emperador francés Napoleón luchaba por la hegemonía occidental. Los alemanes, que habían sobrevivido a los «cien años de paz», compitieron con los británicos en dos guerras mundiales. Los japoneses en el Este también entraron en la batalla por el liderazgo. Pero tras su derrota, todos se vieron obligados a someterse al sistema mundial dirigido por los anglosajones. Por supuesto, los franceses, los alemanes y los japoneses lucharon por una posición de liderazgo, no por el derrocamiento de la economía capitalista mundial.
A menudo se ha dicho en el pasado que la lucha de la «segunda superpotencia», la Unión Soviética, también fracasó, pero eso es obviamente una cuestión de perspectiva histórica. Desde la perspectiva del sistema político mundial, el surgimiento de la Unión Soviética con la nación rusa como principal fuerza motriz es sin duda un gran éxito que ha hecho tambalear el sistema político mundial dominado por los anglosajones.
El régimen soviético establecido en la Primera Guerra Mundial fue el primer sistema creado después de la Comuna de París para enfrentarse al sistema capitalista mundial. Por ello, el nuevo régimen fue asediado y reprimido desde el principio (1917-1920) por el Ejército Blanco, apoyado por Gran Bretaña, Francia y Alemania, intervención que finalmente terminó con la victoria del Ejército Rojo.

El establecimiento del poder soviético fue de gran importancia no sólo para Rusia, sino también para China
Sin embargo, la severidad de las «sanciones económicas» impuestas al nuevo régimen no fue inferior a las impuestas a Rusia por Estados Unidos y Occidente por la actual crisis entre Rusia y Ucrania. En este nefasto entorno internacional, los rusos dudaban de «si el país podía construir el socialismo». Tras la finalización de las «reformas económicas del comunismo de guerra», la victoria de la Unión Soviética en la guerra antifascista de la Segunda Guerra Mundial demostró que, tras décadas de lucha en solitario, la URSS se había transformado de un país agrícola atrasado en una potencia industrial desarrollada, sólo superada por Estados Unidos. Debido al entorno internacional capitalista extremadamente hostil, la Unión Soviética también cometió errores desastrosos, como el «Gran Terror», y debido al estado de asedio del mundo se produjo la tragedia de la hambruna en Ucrania.
La Unión Soviética pagó un alto precio por resistirse al sistema capitalista mundial, pero finalmente sobrevivió. No sólo eso, «la Revolución de Octubre llevó el marxismo-leninismo a China a golpe de cañón», y se estableció un nuevo régimen contra la «opresión» en China, que estaba en la periferia del mundo capitalista occidental. Igualmente importante es que, gracias al movimiento por el «derecho a la autodeterminación nacional» defendido por Vladimir Lenin y promovido por la Unión Soviética, tras la Segunda Guerra Mundial floreció un movimiento de liberación democrática entre los pueblos de Asia, África y América Latina y nacieron muchos países en desarrollo.
Así, entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética no sólo rompió el sistema mundial capitalista, sino que estableció un régimen socialista mundial en oposición al sistema capitalista, invirtiendo la situación en la que los anglosajones habían dominado el mundo de forma indivisa desde 1700 hasta 1900. La Unión Soviética reorganizó el orden mundial, así que ¿quién puede decir que el desafío soviético ha fracasado?
Los rusos, como impulsores de la Unión Soviética, pagaron un precio enorme: no sólo pasaron por el «Gran Terror» y la Gran Hambruna, sino que, en última instancia, sufrieron el colapso del país en 1991. Sin embargo, todo esto no niega en absoluto la importancia de la «resistencia» en sí, ni demuestra su fracaso. Bajo la dirección de la URSS, la célula de la Tercera Internacional -el Partido Comunista de China- logró la Revolución, y obtuvo grandes logros en la construcción y el gobierno de China durante su «política de reforma y apertura». La escala y los éxitos de la China socialista son suficientes para igualar el desequilibrio en la prevalencia del capitalismo en el orden mundial y, lo que es más importante, el socialismo puede provocar un gran renacimiento de la nación china.
Estas son las conclusiones de los estudios políticos comparativos: Después de la Segunda Guerra Mundial, muchos países en desarrollo, grandes y pequeños, se incorporaron al sistema capitalista mundial, pero de los países en desarrollo con más de 100 millones de habitantes, como India, Bangladesh, Pakistán e Indonesia en Asia, Nigeria y Etiopía en África y México y Brasil en Sudamérica, ¿cuántos de ellos se han desarrollado al nivel de los países europeos? ¿Qué país en desarrollo atrasado no quiere convertirse en un país desarrollado?
El ejemplo más típico es el de México, que hace frontera con Estados Unidos y cuando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte entró en vigor en 1994, los intelectuales mexicanos proclamaron a bombo y platillo que México pronto sería tan rico como Estados Unidos. Como resultado, el desarrollo político y económico siguió el camino de Estados Unidos: la tierra se privatizó y los agricultores que habían perdido sus tierras se fueron a las montañas a cultivar drogas o emigraron en masa a Estados Unidos. La economía de la droga provocó un gran colapso en la política mexicana, los políticos locales se integraron en el narcotráfico y la violencia floreció. Con un vecino tan grande, que se hace el muerto, los estadounidenses podían dormir tranquilos, naturalmente.
Aunque este es un tema de conversación aparte, tiene una estrecha relación con las luchas de los rusos. ¿Sin la Revolución de Octubre habría habido socialismo en China? ¿Sin el socialismo habría habido tanta diferencia entre China y otros países en desarrollo?
En el mejor de los casos China hoy sólo sería un país grande más en vías de desarrollo, o tal vez se hallaría en un caso peor, porque la democracia al estilo estadounidense es generalmente una democracia de partidos, en la que los partidos luchan entre sí, y la democracia de partidos acaba siendo un mecanismo institucional para dividir a los países; todos sabemos que la Unión Soviética se dividió en 15 países.
Para la gran mayoría de los países en vías de desarrollo, la democracia de partidos es un modelo de gobierno internamente destructivo, y Estados Unidos ni siquiera necesita participar en una «competencia de grandes potencias» con esos países.
La «integración» de la URSS en el sistema mundial capitalista no comenzó tras el colapso de la Unión Soviética, sino bajo Mijaíl Gorbachov. Dos veces el intento de «integración» terminó en fracaso y como resultado los rusos tuvieron que luchar contra los Estados Unidos a través de Ucrania.
Primero fue el intento de integración institucional. En 1986, la aparición de los «jóvenes reformistas» en la figura de Anatoly Chubais llevó a las altas esferas del PCUS a creer que sólo una economía neoliberal podría salvar la situación económica soviética (rusa). En política, el libro de Gorbachov de 1987 Perestroika y Nuevo Pensamiento trazó un camino hacia la democracia representativa. Este proyecto tenía como objetivo la integración con Occidente, pero condujo a la rápida destrucción del imperio soviético. Rusia, que heredó los recursos de la Unión Soviética, llevó a cabo una privatización generalizada y las pérdidas económicas resultantes fueron más graves que durante la Gran Depresión en Estados Unidos. Fue un gran revés para el país causado por el fracaso institucional. Sin otra opción, en 1999, un maltrecho Boris Yeltsin, adicto y alcohólico, exhausto en cuerpo y mente, encontró a Vladimir Putin, el líder político que iba a salvar a Rusia. Pero la Rusia de Yeltsin-Putin seguía estando asediada.

Putin y Yeltsin (foto de archivo)
Después, el segundo intento: ingresar en la OTAN. Tras el colapso de la Unión Soviética, Rusia quiso en su día unirse al campo de Occidente y buscó esa vía de todo corazón. Y Estados Unidos también prometió a Rusia que la OTAN no se expandiría hacia el este y que ambas partes vivirían en paz entre sí. Como resultado, no sólo no se permitió a Rusia entrar en la OTAN, sino que la Alianza se amplió sucesivamente cinco veces -una y otra vez- hasta llegar a las fronteras con Ucrania.
Los ucranianos, que nunca han tenido un estado independiente, son una nación extremadamente inmadura, sus líderes políticos se dejan llevar fácilmente y están dispuestos a actuar como peones en un ataque a Rusia, amenazando así la seguridad territorial nacional de Rusia de la manera más directa, con el resultado de que ellos mismos, en un primer momento, sólo han sacrificado a sus propios conciudadanos ucranianos.
Se trata del segundo gran enfrentamiento organizado contra el campo socialista desde la revolución de octubre: la crisis ruso-ucraniana. Esta lucha no es realmente institucional -al fin y al cabo, Rusia es una democracia electoral-, pero a los ojos de los países occidentales Rusia está construida sobre una civilización con su propia religión y sus propios atributos nacionales, diferentes del mundo occidental.
Los anglosajones siempre han considerado a los rusos como tártaros ortodoxos de aspecto blanco, es decir, forasteros. De esto podemos concluir que un gran estado no anglosajón, no importa el régimen que se establezca en él, mientras se desarrolle, es una amenaza: una amenaza para el orden mundial que ha prevalecido durante los últimos 300 años, donde los anglosajones están en la cima de la cadena alimenticia. Después de todo, incluso el primer presidente negro, Barack Obama, dijo explícitamente que si 1.400 millones de chinos alcanzaran el nivel de vida estadounidense, a los estadounidenses sólo les quedaría masticar hierba. Por ello, Estados Unidos utiliza todos los medios para reprimir a China, incluso el secuestro (por ejemplo, el caso Meng Wanzhou). En el actual orden mundial sólo los estadounidenses pueden comer carne y los chinos tienen que comer hierba.
Durante cien años los rusos han estado luchando, y una vez ya golpearon al mundo, cambiaron el orden mundial dominado por Gran Bretaña y Estados Unidos, y conquistaron medio mundo. Esta vez, han lanzado una «operación especial» para proteger su seguridad nacional y enfrentarse directamente a todo el mundo occidental, y Rusia se verá inevitablemente muy debilitada por los gastos militares y las despiadadas sanciones económicas. Los años de lucha han desarrollado en los rusos un carácter nacional resistente (por lo que se les llama «pueblo luchador»), sus abundantes recursos son suficientes para mantenerse, y el mayor territorio del mundo ha reducido en gran medida el deseo de los rusos de «globalización». Estos factores son fundamentales para entender la situación de Rusia tras la crisis. En ausencia de una escalada hacia la confrontación nuclear y las luchas políticas internas, incluso una Rusia gravemente debilitada seguirá siendo una gran preocupación para Estados Unidos y Occidente.

En una entrevista en el programa «GPS» de la CNN, Zelenski dijo que la «reticencia» de la OTAN está agotando poco a poco la paciencia de Ucrania
Si observamos la resistencia rusa desde la perspectiva china, el primer acto de su lucha llevó el marxismo-leninismo a la RPC, y la aparición de la China socialista cambió fundamentalmente el orden mundial. Aunque la crisis entre Rusia y Ucrania debilitará enormemente a Rusia, Estados Unidos y Occidente ya han formado un modelo de seguridad totalmente incompatible con Rusia, lo que equivale a clavar un cuchillo afilado en el corazón del mundo occidental.
Así, el impacto de esta crisis en las relaciones chino-estadounidenses es que, mientras que Estados Unidos seguirá considerando a China como su principal adversario estratégico, Rusia, con el arsenal nuclear más poderoso del mundo y existiendo fuera del orden político-económico dominado por Occidente, puede ser mucho más peligrosa para ellos que Rusia «dentro del sistema». Y Rusia se convertirá en un gran dolor de cabeza para Estados Unidos y Occidente, lo que inevitablemente alterará en gran medida las condiciones y redistribuirá la energía de Estados Unidos para luchar contra China en la región de Asia-Pacífico.
El impacto de esta crisis en las relaciones entre China y la UE es que Europa, que está en confrontación directa con Rusia, también tendrá que hacer un planteamiento más racional de las relaciones con China para que la UE, que no tiene una confrontación directa de seguridad con China, pueda cooperar más eficazmente con Pekín en materia de economía y comercio. La sangrienta historia de Europa, de más de mil años, ha estado llena de «estados combatientes y países en guerra», y los europeos tienen mucha más hambre de paz que los estadounidenses. Sin embargo, también hay que prestar atención al «fenómeno lituano» en la política europea, esa loca idea de poner a prueba sin cesar el límite (el «fondo») de la paciencia de China.
¿Dónde está el «balance de pérdidas y ganancias» de Estados Unidos? La crisis ruso-ucraniana parece haber permitido a Estados Unidos ganar «poder duro» -en los sectores militar y económico- y ganar mucho dinero, pero el precio ha sido el declive del «poder blando». Un país hegemónico no puede mantener su hegemonía confiando únicamente en el «poder duro», porque el precio es demasiado alto, y la dominación debe complementarse con el apoyo del «poder blando».
Después de esta crisis, el «poder blando» de Estados Unidos volverá a su forma original. El estado de derecho, los derechos humanos y la sagrada santidad de la propiedad privada no son más que una capa del fino velo con el que Estados Unidos se ha cubierto en su desarrollo. Su proceso de ascenso estuvo lleno de asesinatos, robos y bandolerismo. ¿Dónde estaban el Estado de Derecho y los derechos humanos durante el genocidio indio? Cuando la alianza de las Ocho Potencias que invadió China, formada por Rusia, Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Francia, Japón, Austria-Hungría e Italia, saqueó el Yuanmingyuan (Jardines de la Perfecta Claridad, un complejo de palacios y parques en Pekín…), ¿por qué nadie habló de proteger los derechos de propiedad ni siquiera el más básico «derecho nacional» de soberanía? Todo esto ha sido pisoteado sin piedad. Desde el inicio de la administración de Donald Trump hasta la crisis ruso-ucraniana, Estados Unidos y Occidente se permitieron secuestrar y confiscar los bienes de los rusos a su antojo. Incluso el dólar se ha convertido en una moneda de riesgo. ¿Cuánto «poder blando» le queda a Estados Unidos?
Estados Unidos ha perdido su supremacía moral sobre el mundo. Cuando el mito se rompe, los conceptos en los que se basa el orden mundial también dejan de existir, y el mundo necesita una nueva dirección, por lo que debemos esperar a ver cómo cambiará el orden mundial a raíz de los acontecimientos actuales. Estados Unidos, que se ha beneficiado del «poder duro» y ha perdido el «poder blando», sigue siendo incapaz de abandonar su aventurerismo militar.
Por último, debo señalar que la crisis entre Rusia y Ucrania también cambiará la estructura de las relaciones sino-rusas. Rusia, bajo las sanciones de Estados Unidos y Occidente, dependerá inevitablemente más del «comercio del yuan». La economía exterior de Rusia solía centrarse en Occidente, pero inevitablemente se volverá hacia Oriente. China se convertirá en una valiosa fuente de recursos para la recuperación económica y para el desarrollo de Rusia.
Todo ello representa, sin duda, una gran oportunidad estratégica para el desarrollo de China. La RPC debe seguir una hoja de ruta estratégica para reconstruir el mundo a través de su propio desarrollo. La escala de China es demasiado grande, y a medida que el país se desarrolla, el mundo cambiará naturalmente con él. Por supuesto, los Estados Unidos, que se encuentran en la cima de la cadena alimentaria, no esperarán a que China se convierta en una potencia mundial.
Miremos la historia: durante los últimos 300 años, los anglosajones, los rusos y los chinos han tenido la oportunidad de construir y transformar el orden mundial. Debido a las diferencias fundamentales entre las civilizaciones, han tratado de cambiar el mundo para adaptarlo a ellas. Frente a la sangrienta política mundial, las personas de China amantes de la paz deben tener el valor y la tranquilidad de resistir la agresión estadounidense y ayudar a su país a reconstruirse.