Esta entrada se entiende mejor con la otra entrada publicada sobre este tema, donde podrán ubicarse con mapas e información política actual.
El día 18 de diciembre de 2023, en la cuenta de X de https://twitter.com/Aldanmarki, @Aldanmarki publicó un mega hilo para contextualizar nuestro conocimiento de Yemen. He traducido y convertido en una entrada multimedia este trabajo, porque lo considero de gran valor dada la situación militar actual en el Mar Rojo.
Empezamos:
Las recientes acciones de Ansarallah, aunque responden a un claro propósito estratégico, son también un símbolo de la negativa de Yemen a doblegarse ante las mismas potencias que lo han mantenido empobrecido y oprimido durante cien años.

Empezamos por Yemen del Norte. Yemen del Norte acababa de recuperar su autonomía política tras la derrota del Imperio Otomano en 1918, con la concesión del poder judicial y ejecutivo al imán Yahya Hamideddin al-Mutawwakil, proclamado rey de la recién creada monarquía yemení.

Al principio, el imán Yahya gozaba de la simpatía del pueblo yemení. Fue un gobernante anticolonialista y saltó a la fama por su papel contra el colonialismo otomano. Asimismo, se negó a reconocer las líneas fronterizas superficiales trazadas por los británicos que separaban Yemen en dos entidades políticas, el Estado yemení independiente del norte y el territorio gobernado por los británicos en el sur. Una de las primeras políticas del imán Yahya fue suministrar armas a las tribus leales del sur controlado por los británicos para encender una última rebelión anticolonial.
Yemen bajo el gobierno del imán Yahya distaba mucho de ser tranquilo. En 1934, el recién fundado reino saudí declaró la guerra a Yemen por una disputa fronteriza. La guerra duró 3 meses, de marzo a junio, y se saldó con la anexión de las provincias de Najran, Jizan y Asir a Arabia Saudí.
La guerra de 1934 supuso una humillante derrota para Yemen y el imán. En los últimos años de su reinado, el imán se hizo poco a poco impopular, pues se le consideraba cada vez más autocrático y represivo.
El imán Yahya fue asesinado a tiros el 17 de febrero de 1948 en un acontecimiento conocido como el golpe de Alwaziri. El imán Yahya fue sucedido por el imán Ahmad Bin Yahya Hamideddin, que volvió a enderezar la doctrina anticolonialista de Yemen. El imán Ahmad forjaría más tarde lazos con la URSS, China y Egipto.

Los nuevos vínculos del imán Ahmad con el bloque comunista pueden parecer extraños dada la naturaleza conservadora de su gobierno, pero se debían principalmente a su deseo de expulsar a los británicos del territorio yemení y unir Yemen en un solo Estado.
Pero al contrario que el imán Yahya, el imán Ahmad era conocido como un gobernante poco fiable, cuyos cambios de humor podían hacer o deshacer decisiones políticas cada hora o cada día. Además, el auge del nacionalismo árabe en el mundo árabe puso al imán Ahmad en una situación poco ideal.
El descontento se estaba gestando internamente en Yemen. Los acuerdos del imán Ahmad con Egipto y el bloque comunista empezaron a desmoronarse. El imán Ahmad falleció el 19 de septiembre de 1962 y su hijo mayor, Muhammad Al-Badr, fue proclamado rey. Al-Badr se hizo cargo de un reino debilitado.

El 26 de septiembre de 1962, un grupo de oficiales republicanos dirigidos por el coronel Abdullah Al-Sallal, de la Guardia del Palacio Real, dirigió un asalto contra la residencia del imán Al-Badr en Saná. Poco después se proclamó la República Árabe de Yemen. Sallal se convirtió en su primer presidente.

Al principio se informó de que el imán Al-Badr había muerto en su palacio durante el bombardeo. Más tarde se supo que había logrado escapar y que había huido a las tierras altas de Yemen, donde pudo reunir a tribus leales para luchar contra el nuevo gobierno republicano.

Había surgido así una nueva frontera de la Guerra Fría, con los republicanos por un lado, apoyados por Egipto y el bloque comunista, y el imán por otro, respaldado por los saudíes, Estados Unidos y el Reino Unido. Los enfrentamientos se prolongan y se convierten en una guerra civil que dura 8 años, de 1962 a 1970.
Desde el principio, el gobierno republicano dependió en exceso del apoyo egipcio para seguir funcionando. Los yemeníes del campo percibían esta relación con Egipto como otro intento colonial de una potencia extranjera de hacerse con el control de Yemen.
El presidente egipcio Gamal Abdel Nasser había enviado una fuerza expedicionaria de 20.000 soldados a Yemen en 1963, pero el gobernante republicano yemení Al-Sallal lo consideró insuficiente. El número se duplicó a 40.000 soldados egipcios en 1964. Los egipcios sufrieron grandes pérdidas.


En 1967, los egipcios habían perdido 15.000 hombres en el conflicto, y como la guerra sufría un estancamiento tras otro, el gobierno egipcio decidió retirar sus tropas. Las fuerzas republicanas yemeníes estaban ahora solas, mal armadas y sin preparación.
La guerra dio un nuevo giro en 1967, cuando las fuerzas republicanas se encontraron sitiadas por las fuerzas monárquicas en la ciudad de Saná. El asedio duró 70 días y finalmente se saldó con una victoria táctica de los republicanos sobre los monárquicos. Sin embargo, los monárquicos seguirían activos.
Y aquí es donde la cosa se pone interesante: Arabia Saudí propone un trato al gobierno republicano. Proclaman su disposición a reconocer al gobierno republicano con la condición de que los monárquicos sean incluidos en un gabinete compartido.
Para entonces, el bando republicano ya se había dividido en un ala izquierda y otra derecha. Mientras el ala izquierda se negaba a llegar a un compromiso e instaba a que continuara la revolución, el ala derecha accedía de forma oportunista a las exigencias de Arabia Saudí. Las hostilidades cesaron en 1970.
La derecha había accedido a las exigencias de Arabia Saudí y, a su vez, Arabia Saudí reconoció diplomáticamente a la República Árabe de Yemen. Los oficiales republicanos de izquierdas fueron depurados de la toma de decisiones y huyeron a Yemen del Sur (que se había independizado 3 años antes).
Lo que nos lleva a Yemen del Sur. Yemen del Sur fue colonizado por primera vez en 1839 por las fuerzas de la Compañía Británica de las Indias Orientales con el establecimiento del Asentamiento de Adén. Entre 1839 y 1932, el Asentamiento de Adén fue gobernado directamente por la Presidencia de Bombay.
Más tarde, el control administrativo pasó a manos del Virrey de la India, y en 1937 se convirtió en una «colonia de la Corona» independiente bajo dominio británico directo.
Adén era la única parte de Yemen del Sur bajo control británico directo. El resto de Yemen del Sur era conocido como el «Protectorado de Adén», que surgió a raíz de una serie de acuerdos informales de protección entre nueve tribus yemeníes y el Imperio Británico.
En 1962, la colonia de Adén se integró en la recién creada «Federación de Arabia del Sur», una caricatura de Estado-nación westfaliano elaborada íntegramente por los británicos para asemejarse a un «Estado nativo» para el pueblo yemení. Adén se convertiría en su capital.

El propósito de crear esta «federación» era envalentonar a los principados feudales que gobernaban el sur en aquella época. Estos principados estaban gobernados por señores de la guerra susceptibles al soborno británico, que mantenían reprimida a su población en favor de los objetivos estratégicos británicos.
El 14 de octubre de 1963 comenzó a desarrollarse el peor escenario posible para los británicos. El asesinato del héroe anticolonial Rajeh Bin Ghaleb Labouza desencadena una revuelta popular sin precedentes en el sur y el inicio de la lucha anticolonial de Yemen.

Click en la imagen de arriba para descargar el vídeo.
Dos movimientos anticoloniales toman forma en el sur. El Frente de Liberación Nacional (FLN), de izquierdas, y el Frente Nacionalista Árabe para la Liberación del Yemen del Sur Ocupado (FLOSY). El objetivo estaba claro. Yemen necesitaba su propia descolonización al estilo de Argelia.
Los combates se intensifican a mediados de la década de 1960, especialmente en las colinas de Radfan, donde el FLN tenía su principal centro de mando. Los británicos son despiadados e implacables. Todo lo que respiraba era asesinado. Pueblos enteros arrasados.
La superioridad aérea de las fuerzas británicas fue incapaz de detener el inminente asalto que amenazaba la colonia de la corona de Adén. Como última medida para calmar el descontento, los británicos cedieron el control policial a la Federación de Arabia del Sur. La situación empeoró rápidamente.
En 1967, miles de soldados del ejército de la Federación protagonizaron un gran motín contra sus gobernantes británicos. Se había corrido la voz de que los británicos habían ayudado a Israel en la guerra del Yom Kippur, lo que provocó un descontento masivo en todo Yemen del Sur. Posteriormente, el ejército de la federación se unió al FLN.
El FLN está ahora bien atrincherado en Adén. Por todo el sur surgen centros de mando revolucionarios. En Adén, el FLN comienza a asaltar una prisión tras otra, abriendo las puertas y liberando a los prisioneros. Los británicos siguen presentes, pero su colonia está perdida.
Mientras el FLN comienza a avanzar hacia Adén, los británicos inician su retirada gradual pero rápida del país. El personal del ejército británico y los colonos fueron evacuados en helicópteros y barcos. Un proceso que duró meses hasta 1967.
El último colonizador abandonó Yemen el 30 de noviembre de 1967. El presidente del FLN, Qahtan Al-Shaabi, regresó a su país ese mismo día y fue recibido como un héroe por el pueblo. Se proclamó así la República Popular de Yemen del Sur.
La primera tarea del nuevo gobierno independiente de Al-Shaabi fue la reforma agraria. Las tierras que antes estaban en manos de los señores feudales del antiguo protectorado y de la Federación de Arabia Meridional se concedieron gratuitamente al campesinado en ceremonias oficiales de entrega.
Uno de los principales obstáculos a los que se enfrentaba el recién independizado Estado suryemení era la existencia de bolsas pro-realeza y feudales, especialmente en las zonas del norte del país fronterizas con Yemen del Norte. El FLN movilizó sus fuerzas contra los monárquicos restantes. Los combates continuaron.
El ala izquierda del FLN consideraba en gran medida insuficientes las reformas promulgadas bajo el mandato de Qahtan Al-Shaabi y consideraba inaceptable la inestable paz bajo su liderazgo. Creían que sólo una verdadera revolución podría poner fin a los males socioeconómicos de Yemen.
El 22 de junio de 1969, el ala izquierda del FLN derroca a Al-Shaabi y a su gobierno, expulsa a los nasseristas de la autoridad y proclama la República Democrática Popular de Yemen, el único Estado marxista-leninista que ha existido en el mundo árabe.

Volvamos a Yemen del Norte. En 1970, Abdul Rahman al-Eryani llevaba dos años como presidente de la República Árabe del Yemen. Había arreglado la normalización de las relaciones con Arabia Saudí y presidía un Yemen de posguerra hecho trizas. La miseria reinaba en el país.

Las condiciones en las que se encontraba Yemen eran inaceptables para la mayoría y, en 1974, un teniente coronel de nombre Ibrahim Al-Hamdi se lanzó al poder, derrocó a Eryani en un golpe incruento y se proclamó presidente. Al-Hamdi se hizo popular de inmediato.

Ibrahim Al-Hamdi, generalmente proscrito como izquierdista, vio cómo Yemen caía en el abismo. La pobreza se extendía por todas partes, el feudalismo seguía reinando y el Estado central de Sana’a tenía una autoridad prácticamente nula a pocos kilómetros de las puertas de la ciudad. Algo tenía que cambiar.
Al-Hamdi identificó la influencia de Arabia Saudí en Yemen como la principal razón del declive socioeconómico de su país. Es importante recordar que, en ese momento, Arabia Saudí lo controlaba todo en Yemen. Designaba al primer ministro de Yemen, controlaba las finanzas del país.
controlaba la política exterior de Yemen, tenía potestad para destituir o nombrar a los miembros del gabinete yemení como considerara oportuno y, en gran medida, trataba a Yemen como una provincia saudí. Al-Hamdi tenía reformas en mente, y haría falta la participación militar y popular para llevarlas a cabo.
Una de las primeras cosas que hizo Hamdi fue cerrar el «Ministerio de Asuntos Tribales», que consideraba una de las principales puertas de entrada de Arabia Saudí en la política yemení. Arabia Saudí controlaba Yemen a través de las tribus, y el plan de Hamdi consistía en limitar la influencia tribal en el gobierno.
A continuación, Al-Hamdi centralizó la estructura de mando militar y la gobernanza civil bajo una sola autoridad. Yemen estaba muy dividido entre diferentes «centros de poder» después de 1970, y el mando central era sólo uno de tantos. Hamdi creía que eso nunca sería suficiente si Yemen quería convertirse en un Estado-nación moderno y próspero. También significaba que la recién establecida autoridad central tenía que limitar y destruir la influencia de las figuras de los señores de la guerra y de las tribus, que a menudo se volvían violentas. Pero, al final, funcionó en gran medida.
La población de Yemen del Norte amaba a Al-Hamdi. Por fin empezaban a ver la luz al final de un túnel largo y oscuro. Un Yemen naciente se vislumbraba en el horizonte. No más pobreza, no más guerra, no más desesperación.
Por desgracia, eso nunca ocurrió. No por designio del propio Yemen, sino porque las potencias imperialistas temían un Yemen en ascenso y próspero. Sobre todo teniendo en cuenta que Hamdi había forjado estrechos lazos con sus homólogos marxistas del sur.

Lo que Arabia Saudí temía principalmente no era sólo un Yemen independiente, sino un Yemen unido, socialista y antiimperialista que tuviera la capacidad de imponer su voluntad y sus objetivos en toda la región.
Lo que Estados Unidos y el Reino Unido temían era que el Mar Rojo y la Bab Al-Mandab quedaran bajo la autoridad directa de un gobierno yemení hostil a las potencias imperialistas, algo que, en su opinión, sólo podría tomar forma si se permitía a Yemen ser verdaderamente independiente… ¿Te recuerda a algo?
A mediados de la década de 1970, algo empieza a tomar forma, y es aquí donde la política de Yemen del Norte y Yemen del Sur comienzan a fusionarse. ¿Recuerdas a los oficiales de izquierda que fueron purgados después de 1970? Han vuelto, y se han reunido en el «Frente Democrático Nacional».

El Frente Democrático Nacional, respaldado militar y financieramente por Yemen del Sur, declara una lucha armada en el norte contra el gobierno del norte y lucha por la unificación de Yemen bajo un gobierno socialista. Aunque el FDN había surgido antes de la llegada de Hamdi al poder, es importante mencionar que, curiosamente, el FDN cesó sus operaciones armadas durante el gobierno de Hamdi precisamente porque éste apelaba al campesinado yemení y era considerado aceptablemente de izquierdas. Así pues, mientras que el NDF, a estas alturas un actor conocido y fuerte, había hecho una pausa en su lucha, Hamdi se enfrentaba ahora a nuevos obstáculos. Algo no va bien. Arabia Saudí se irrita y Hamdi vuela a Riad a principios de 1977 para hacer las paces. Fue una visita *muy* corta.
Como la visita de Hamdi a Riad no funcionó como pretendía, empezó a centrarse en los esfuerzos de reunificación con el Sur. Se acercaron mucho, hasta el punto de que se unificó el cuerpo diplomático entre ambos y se adoptó un plan de estudios escolar unificado.
Dos días antes de una visita programada a Adén que probablemente habría finalizado los esfuerzos de reunificación, Al-Hamdi fue invitado a un banquete por Ahmad Al-Ghashmi, mano derecha de Hamdi.
Sería la última vez que Hamdi fue visto con vida. Los detalles son confusos y a menudo contradictorios, pero se reconoce ampliamente que Al-Ghashmi, junto con otros conspiradores, disparó y mató a Al-Hamdi y a miembros de su entorno.
Al día siguiente se celebró un funeral por Al-Hamdi, al que asistieron el traidor Al-Ghashmi (identificado por su bigote hitleriano) y Salim Rubai Ali, jefe de Estado de Yemen del Sur. Al-Ghashmi sustituiría a Hamdi como presidente de Yemen del Norte. Los saudíes tenían ahora una figura títere en el poder.
Al-Ghashmi no gobernó mucho tiempo. Un año después, en 1978, un maletín que le entregó un diplomático de Yemen del Sur explotó y lo mató en un instante. El asesinato de Al-Ghashmi fue probablemente ordenado por Salim Rubai Ali en represalia por el asesinato de Al-Hamdi.

El Frente Democrático Nacional volvió a levantarse en armas tras el asesinato de Hamdi. La injerencia saudí había ido demasiado lejos. Se apresuraron a entrar en acción y ocuparon grandes extensiones de territorio en la frontera entre Yemen del Norte y Yemen del Sur. Fue el comienzo de las «Guerras del Frente».
Las Guerras del Frente, un periodo de la historia moderna de Yemen a menudo ignorado y poco estudiado, fue una guerra civil entre el FDN marxista, por un lado, y el Frente Islámico, una organización extremista financiada y establecida por Arabia Saudí, por el otro.
Para el régimen títere saudí que llegó tras el asesinato de Al-Hamdi, el Frente Islámico era una necesidad absoluta. El gobierno central estaba totalmente desorganizado, al igual que el ejército. El Frente Islámico ayudó y asistió a Yemen del Norte en la represión de la rebelión y la disidencia.
La persona que tomaría el relevo de Al-Ghashmi fue Ali Abdullah Saleh, que más tarde sería conocido como el gobernante despótico de Yemen durante mucho tiempo. Se hizo cargo de un Yemen del Norte en completo desorden. Por suerte para Arabia Saudí, era aún más marioneta que Al-Ghashmi.

Saleh presidió un Yemen sumido en otra guerra civil. Con la ayuda de Arabia Saudí, impulsó el Frente Islámico, les dio armas y los integró en brigadas separadas del ejército yemení.
A principios y mediados de la década de 1980, el FDN marxista había sido derrotado y sus cuadros se habían exiliado a Líbano. Saleh y el Frente Islámico habían ganado la guerra. Su dominio del poder parecía intocable.
Saleh trató de revertir inmediatamente las políticas de Ibrahim Al-Hamdi, incluido el programa de desarrollo local de Hamdi. Hamdi se había hecho especialmente popular al ordenar la creación de cooperativas agrícolas independientes que llevarían al país a la autosuficiencia.
El nuevo plan de Saleh, y la reversión de las reformas de Hamdi, dependían de los préstamos del FMI y el Banco Mundial, y exigían la liberalización masiva de lo que antes eran activos de propiedad pública. Estas políticas se dejarán sentir décadas después.
¿Qué ocurrió con el Frente Islámico, ahora que las Guerras del Frente habían terminado? Algunas crónicas afirman que fueron reorganizados principalmente por Arabia Saudí y enviados a Afganistán para ayudar en el esfuerzo bélico contra el Ejército Rojo soviético.
Para los dos Yemen, la década de 1980 se caracterizó en gran medida por increíbles incertidumbres económicas. China se había liberalizado, la URSS se estaba «abriendo» y la necesidad de nuevas inversiones económicas era desesperada. Se reanudan las conversaciones de reunificación entre el Norte y el Sur.
A principios de la década de 1980, el jefe de Estado de Yemen del Sur, Abdul Fattah Ismail (que había ascendido al poder tras un golpe de Estado que acabó con la muerte de Salim Rubai Ali), se exilió en Moscú y fue sustituido más tarde por Ali Nassir Muhammad, que adoptó una postura menos intervencionista hacia Yemen del Norte. En 1986, Abdul Fattah Ismail regresa a Yemen del Sur y estalla la guerra civil en el Sur entre los leales a Ismail, por un lado, y el gobierno de Ali Nassir, por otro.
La guerra duró más de un mes. Ali Nassir fue derrocado y huyó al norte, Abdul Fattah Ismail desapareció y fue dado por muerto, y tras ellos, Ali Salem Al-Beidh sube al poder como secretario general del Partido Socialista Yemení y jefe de Estado de Yemen del Sur.

Yemen del Sur, al igual que Yemen del Norte, estaba en declive económico. La URSS había retirado inversiones y financiación cruciales, y las condiciones socioeconómicas para la reunificación estaban ya maduras. Yemen se convierte en un solo país el 22 de mayo de 1990, con Ali Abdullah Saleh como Presidente.
Es importante mencionar aquí que la reunificación de Yemen fue, objetivamente hablando, una medida progresista. Fue un objetivo por el que lucharon y persiguieron durante mucho tiempo todas las corrientes históricamente progresistas de Yemen. Fue aplaudido y alabado por toda la población.
La mayoría de la gente creía de verdad que la reunificación de Yemen abriría una nueva página en su larga y tumultuosa historia. Un nuevo comienzo, libre de guerra y desesperación. Un futuro listo para ser forjado por un pueblo unido. Sin embargo, la historia quiso que no fuera así.
Las primeras elecciones del Estado yemení, ahora unificado, se celebran el 27 de abril de 1993. Se disputan 301 escaños. Se espera un empate al 50% entre el Partido del Congreso Popular General de Saleh y el Partido Socialista Yemení de Al-Beidh.
El GPC gana 123 escaños con un porcentaje de votos del 28,69. El PSY obtiene 56 escaños con un 18,54% de los votos. El Partido Islah, un nuevo actor, obtiene 62 escaños con un 17,14% de los votos. Algo no va bien.
El Partido Islah, surgido tanto del Frente Islámico como de los Hermanos Musulmanes y creado en 1990, queda segundo en los resultados finales con más escaños que el YSP, a pesar de obtener un menor porcentaje de votos.
En este punto, Al-Beidh tiene cada vez más claro que se está gestando algo más siniestro. Saleh no sólo ha garantizado su control del poder, sino que el YSP ha quedado totalmente marginado en las elecciones y reducido a una fracción de lo que una vez fue.
Las elecciones de 1993 también supusieron la introducción de un nuevo actor político. Hussein Badruddin Alhouthi fue elegido en representación del Partido Al-Haqq, un mandato político que contaba con el apoyo del Partido Socialista Yemení.
Saleh comenzó su purga inmediatamente después de las elecciones de 1993. Innumerables miembros del Partido Socialista desaparecieron o fueron asesinados. Saleh también se negó en redondo a aplicar muchas de las condiciones estipuladas en el acuerdo de unificación de 1990.
Preocupado por su propia seguridad, Ali Salem Al-Beidh huyó de Saná en agosto de 1993 y restableció su residencia en Adén. En ese momento, los miembros del gabinete del sur fueron destituidos uno a uno, y las tropas comenzaron a acumularse a lo largo de la antigua frontera norte-sur.
A principios de enero de 1994, Ali Abdullah Saleh afirmó que aviones de combate MiG leales al antiguo Yemen del Sur habían lanzado bombardeos sobre una base militar del Norte. Poco después, funcionarios del propio gobierno de Saleh admitieron que se encontraban en una misión de entrenamiento aprobada.
Aquí es importante destacar que, aunque Yemen es un Estado unificado desde hace 4 años, el ejército seguía sufriendo una clara división Norte/Sur y en ese momento no se había reorganizado.
Y aunque la acusación de Saleh sobre los MiG era una clara mentira, los cimientos para una nueva agresión ya estaban preparados. Cualquier guerra inminente sería una guerra perdida para Al-Beidh y el YSP. La URSS ya no existía. Saleh tenía ventaja en prácticamente todos los aspectos.
El Frente Islámico destruyó el patrimonio y el legado socialista de Yemen del Sur. Se derribaron estatuas por considerarlas idólatras. Los emblemas socialistas fueron desgrabados en edificios y paredes. Se pintaron murales. Se desmantelaron las infraestructuras de comunicación de Yemen del Sur.
Los civiles fueron acribillados en las calles. Se tortura hasta la muerte a funcionarios del Partido Socialista. Se queman libros socialistas en grandes hogueras. Se saquean bibliotecas. Se incendiaron instituciones culturales. Yemen del Sur, y el socialismo yemení, ya no existían.
Hussein Alhouthi, que en aquel momento representaba al partido Al-Haqq en el parlamento, se opuso enérgicamente al violento ataque de Saleh contra el sur. Para ayudar a sus hermanos del sur, Alhouthi organizaba concentraciones locales en su región natal, Saadah, para protestar contra la guerra.

Por ello, el ejército de Saleh saqueó su residencia personal y detuvo a varios miembros de su familia.
Alhouthi no se dejó intimidar y siguió haciendo campaña por la igualdad de derechos políticos de los yemeníes del sur.
Saleh había salido victorioso mediante el derramamiento de sangre y el terror. Parecía, aunque por un breve momento, que su dominio del poder era absoluto y sin oposición.
Y aunque había vuelto cierta apariencia de estabilidad, no duraría mucho.
Las siguientes elecciones en Yemen se celebraron el 27 de abril de 1997.
Hussein Alhouthi, que había sido elegido diputado en 1993, no se presentó a la reelección.
En su lugar, se retiró a las tierras altas del norte de Yemen, en Saadah, para centrarse en su nuevo proyecto, que más tarde se convertiría en el «Movimiento de la Juventud Creyente».

La atención prestada por Hussein Alhouthi a la enseñanza religiosa en el Norte sirvió para dos fines importantes.
- Reavivar la llama revolucionaria del islam zaydí y, en esa medida, hacer el zaydismo más atractivo para la juventud de Saadah.
- Contrarrestar la creciente influencia del salafismo en Saadah.
Saleh, en un acuerdo con Arabia Saudí, había accedido básicamente a reasentar a antiguos combatientes del Frente Islámico en las tierras altas del norte, fronterizas con el reino saudí. Entre estos combatientes había veteranos de la guerra de 1994, pero también veteranos que regresaban de Afganistán.
Al principio, el nuevo proyecto de Hussein Alhouthi era totalmente pacífico. La Juventud Creyente se creó como una iniciativa religiosa comprometida con la no violencia a raíz de la guerra de 1994. Predicaba la coexistencia y el diálogo entre las distintas escuelas de pensamiento islámico.
Los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y la posterior «guerra contra el terrorismo» liderada por Estados Unidos cambiaron todo eso.
Es entonces cuando las enseñanzas de Hussein Alhouthi empiezan a ser cada vez más políticas, con temas como el imperialismo y el colonialismo enseñados a través de una lente religiosa.
Es a través del prisma de la Guerra contra el Terrorismo de Estados Unidos y la invasión de Afganistán que se adopta el «eslogan houthi», de tan «mala reputación», en 2002.
El lema se difunde rápidamente y en un par de meses se convierte en el eslogan de protesta más reconocible en Yemen.
El «eslogan houthi» se convierte en la única expresión política por la que Saleh se siente realmente amenazado.
El eslogan se pinta con plantillas en cada esquina, en cada muro, cruce y puente. El eslogan está en todas partes. En Saná, en Taiz y en todo el país.
Saleh se siente amenazado precisamente porque llevaba estrechando lazos con Estados Unidos desde finales de la década de 1990, lazos que no hicieron sino estrecharse tras los atentados del 11-S.
El Yemen de Saleh, a ojos de EEUU, debía convertirse en un socio importante en su guerra contra el terrorismo.
Estamos a principios de 2004. La consigna sigue extendiéndose por todas partes. Saleh despliega su aparato de seguridad para reprimir la disidencia. La represión se dirige sobre todo a los jóvenes yemeníes, que encabezaban la campaña de protesta. Decenas de miles de personas son detenidas.

El 18 de junio de 2004, unos 640 seguidores de Hussein Alhouthi, que protestaban frente a la Gran Mezquita de Saná, fueron detenidos por la policía yemení.
Dos días después, el gobierno yemení ofreció una recompensa de 55 mil dólares por la captura de Alhouthi.
Estos hechos desencadenaron una operación a gran escala del ejército yemení en Saadah con el propósito de capturar a Alhouthi, y quien llegara primero hasta él cobraría la recompensa. 25 seguidores de Alhouthi fueron abatidos en julio de 2004, y la recompensa se elevó a 75,5 mil dólares.
El 10 de septiembre de 2004, el Ministerio de Defensa yemení anunció que Hussein Alhouthi, incluidos 20 de sus ayudantes más cercanos, había sido abatido en la dirección de Marran, en la provincia de Saadah.
La noticia de la muerte de Alhouthi, incluidos los sombríos detalles que describían cómo había sido quemado vivo en una cueva donde se había refugiado con sus ayudantes y su familia, enfureció a toda la provincia de Saadah. Estos acontecimientos desembocaron en la Primera Guerra de Saadah.
El padre de Hussein Alhouthi, el estimado clérigo zaydí Badruddin Alhouthi, se hace cargo del movimiento durante un breve periodo de tiempo. Badruddin dimite y Abdul Malik Alhouthi, hermano menor de Hussein, asume el liderazgo. En el norte estalla una guerra civil en toda regla.
La lucha continúa a lo largo de un total de 6 fases, conocidas coloquialmente como las Seis Guerras Saadah. La sexta y última guerra de 2009 fue la más sangrienta. La Juventud Creyente, que ahora luchaba bajo el nombre de «Ansarallah» (partisanos de Dios), se enfrentó a un envalentonado ejército yemení respaldado por Arabia Saudi.
Con la participación directa del ejército y la fuerza aérea saudíes, el ejército yemení lanzó la «Operación Tierra Quemada» en un intento de derrotar a Ansarallah con mano dura.
La operación provocó el desplazamiento interno de cientos de miles de personas.
La comunidad internacional comienza a aprender sobre el conflicto, y también es aquí donde Ansarallah establece una presencia digital en Internet en un esfuerzo por ganarse corazones y mentes a nivel mundial. Lanzarían varios videos como el que se muestra a continuación.
Los combates son intensos, pero Ansarallah tiene la ventaja. El ejército de Saleh está desorganizado, mal equipado y perdiendo moral.
Estados Unidos lo sabe y obliga a Saleh a desarmar su arsenal de armas antiaéreas por temor a que puedan ser capturadas más adelante.
El ejército yemení comienza a desmoronarse. Importantes posiciones del ejército son superadas una por una por Ansarallah.
Durante la segunda mitad de 2009, la guerra se extiende a la propia Arabia Saudita, con puestos fronterizos cruciales tomados por combatientes de Ansar.
Los combates se prolongan. El 25 de enero de 2010, el líder de Ansarallah, Abdul Malik Alhouthi, ofreció una tregua para evitar más pérdidas de vidas civiles. Advirtieron, sin embargo, que los combates se convertirían en un combate abierto si los saudíes se negaban a retirarse.
Posteriormente, el gobierno yemení propuso un alto el fuego condicional.
Las cinco condiciones fueron: 1. Restablecimiento del paso seguro en las carreteras 2. Entrega de las fortalezas montañosas 3. Retiro total de todas las propiedades de las autoridades locales 4. Devolución de todo el equipo militar incautado durante las hostilidades 5. Liberación de todos los civiles y soldados detenidos.
El 30 de enero de 2010, Abdul Malik Alhouthi culpó al gobierno por el reciente recrudecimiento de los combates en un vídeo publicado en línea, pero aceptó los términos establecidos por el gobierno.
El 30 de enero de 2010 se considera generalmente el final de las Seis Guerras de Saadah, aunque los combates continuarían a lo largo de 2010 con niveles graduales de ferocidad. Luego llega 2011, el año de la Primavera Árabe. Las protestas una vez más arrasan en Yemen.

En enero de 2011, poco después del derrocamiento popular del gobierno tunecino, se produjeron importantes protestas callejeras en Yemen, que rápidamente se extendieron por la mayor parte del país. Ansarallah se había unido firmemente al lado de la oposición al gobierno de Ali Abdullah Saleh.
Es crucial resaltar cuán terrible era la situación de Yemen en este momento. Saleh, el Gorbachov del mundo árabe, había convertido una economía relativamente próspera y autosuficiente en una que dependía excesivamente de los préstamos del FMI y de las importaciones extranjeras sólo para mantenerse a flote.
En 2011, Yemen importaba hasta el 90% o más de todo lo que consumía, incluso alimentos básicos como harina y carne, que solían cultivarse ampliamente en el país. El país estaba enormemente endeudado y el desempleo era rampante. Según todos los indicios, Saleh tuvo que irse.
Sin embargo, pronto resultó más fácil decirlo que hacerlo. Si se respetara plenamente el proceso democrático, Yemen tendría la oportunidad de volverse verdaderamente independiente, lo que iba en contra de los intereses saudíes y estadounidenses. Por otro lado, los sauditas y los Estados Unidos tampoco podían tolerar un Yemen en completo desorden. Para las potencias regionales y globales, era muy importante mantener a Yemen apenas a flote, pero sin inclinar la balanza hacia ninguno de los lados.
La Primavera Árabe de Yemen duró poco. Arabia Saudita, Estados Unidos y el Reino Unido entraron en modo de emergencia y comenzaron a redactar planes que, por un lado, garantizarían que Yemen permaneciera dentro del dominio saudita y, por otro, crearían artificialmente condiciones que se asemejaran a un proceso democrático.
El Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), dominado por Arabia Saudita, interviene y ofrece a Saleh un acuerdo que le otorgaría inmunidad política ante el procesamiento con la condición de que renuncie y entregue el poder a su vicepresidente Abdrabbuh Mansour Hadi. Saleh, obviamente, acepta el trato.
El poder ahora fue transferido a Mansour Hadi, pero el CCG había «prometido» un «proceso democrático» para el pueblo yemení. En 2012, se lleva a cabo una elección presidencial falsa en la que el nombre de Mansour Hadi es el único que figura en la boleta. Gana la votación por un 100%. ¡Bien por la democracia…!

El Partido Socialista Yemení y Ansarallah son las dos únicas facciones que decidieron públicamente boicotear las elecciones, calificándolas de espectáculo de payasos, circo y vergüenza impuesta al pueblo yemení.
Lo único semipositivo que hizo Mansour Hadi durante su «mandato interino» fue establecer la Conferencia de Diálogo Nacional, en la que participarían todos los principales partidos y actores políticos de Yemen para discutir el futuro del país. Este proceso se parecía a una verdadera esperanza recién descubierta.

La Conferencia de Diálogo Nacional fue un proceso de transición celebrado en el Hotel Movenpick en Saná del 18 de marzo de 2013 al 24 de enero de 2014. La Conferencia se dividió en grupos de trabajo separados centrados en cuestiones políticas separadas pero importantes que debían resolverse.
Como se estipula en el acuerdo del CCG, el resultado final de la Conferencia de Diálogo resultaría en un nuevo proyecto de constitución para el país. Todos los actores políticos participaron voluntariamente en el proceso, y es también aquí donde surge por primera vez el Politburó de Ansarallah.
El proceso de Diálogo es realmente interesante y peculiar, porque implica que ciertos actores políticos traigan a la mesa diversas propuestas que de otro modo no se hubieran esperado. Uno de los principales representantes del diálogo de Ansarallah es el Dr. Ahmad Sharafuddin.

El Dr. Sharafuddin tenía un doctorado en derecho de la Universidad Ain Shams y enseñaba derecho en la Universidad de Sana’a. Muy respetado y querido universalmente, representaba un rostro nuevo y moderno para Ansarallah. Uno que estaba interesado en la transición democrática de Yemen.
El Dr. Ahmad Sharafuddin presenta la visión oficial de Ansarallah para el futuro de Yemen en la Conferencia de Diálogo: un estado yemení secular y federal donde la religión no desempeña ningún papel ni en las ramas ejecutiva ni judicial de la autoridad estatal.

El Dr. Sharafuddin argumentó que Yemen desde 1990 se había encontrado atrapado en las aguas turbias de leyes y párrafos constitucionales contradictorios. Un infierno de jerga legal, por así decirlo. La peor pesadilla de un abogado. El resultado de una fusión entre el Norte nacionalista y el Sur comunista.
Uno de sus argumentos fue que la constitución yemení incluía artículos contradictorios que atribuían autoridad legal suprema tanto a Dios como al pueblo, y decía que no era posible que fueran ambos. Dijo que o la autoridad suprema la tiene el Señor o el Pueblo. No ambos.
Su compromiso ideal era un marco constitucional renovado donde la retórica religiosa estuviera completamente ausente. Sostuvo, además, que esto sólo fortalecería la cohesión social y religiosa de Yemen entre las diferentes escuelas de pensamiento islámico del país.
El 21 de enero de 2014, el Dr. Ahmad Sharafuddin fue violentamente baleado y asesinado por hombres armados no identificados, cuando se disponía a participar en la sesión plenaria de clausura de la Conferencia de Diálogo.

El asesinato del Dr. Sharafuddin no fue el primero ni el último.
Abdul Karim Jadban, otro alto representante de Ansarallah, fue asesinado a tiros de la misma manera apenas dos meses antes del asesinato del Dr. Sharafuddin.

Estaba claro que había fuerzas maliciosas presentes en Yemen empeñadas en destrozar no sólo a Ansarallah, sino el tejido mismo de la Conferencia de Diálogo. El principal sospechoso de ambos asesinatos fue el Partido Islah, la rama de los Hermanos Musulmanes que surgió en 1990.
El Partido Islah había surgido en gran medida como la fuerza política más fuerte inmediatamente después de las protestas de la Primavera Árabe. Acumularon una gran influencia y poder sobre las protestas, y sus miembros llegaron a la cima como líderes clave, siendo uno de ellos Tawakkol Karman.
Los cables sauditas filtrados por Wikileaks en ese momento demostraron que Tawakkol Karman se había reunido con funcionarios sauditas en un esfuerzo por buscar su apoyo para sus esfuerzos, en un momento en que criticaba abiertamente a Arabia Saudita. El doble juego entre Yemen y Arabia Saudita se estaba desarrollando una vez más

En 2013 se produjo el ascenso del Partido Islah como partido gobernante de facto de Yemen. Aunque Mansour Hadi pertenecía al Congreso General del Pueblo sobre el papel, fue el Partido Islah quien movió los hilos entre bastidores.
Esto se vuelve cada vez más evidente cuando se observa el ascenso al poder del general Ali Mohsen Al-Ahmar. En ese momento, Al-Ahmar gobernaba tanto el Sexto Comando Regional como la poderosa Primera División Blindada, y era clave para el aparato de seguridad personal de Mansour Hadi.

Llegaremos a Al-Ahmar más tarde. Centrémonos en la Conferencia de Diálogo. La Conferencia de Diálogo concluye oficialmente el 24 de enero de 2014 con un resultado no tan ideal para la mayoría de los partidos. Ansarallah se opone a las disposiciones estipuladas en el proyecto de constitución, argumentando que la división federal de Yemen, según lo proscrito, dividiría el país en regiones ricas y pobres, y profundizaría aún más la división socioeconómica por la cual las regiones ricas se volverían aún más ricas sin ningún incentivo para compartir. y las regiones más pobres se volverían más pobres.
El Movimiento Al-Hirak, el bloque que representa los agravios de Yemen del Sur, también consideró que el resultado fue defectuoso, ya que no logró abordar suficientemente las demandas de Yemen del Sur de una mayor autonomía política y derechos políticos ampliados.
Además, el resultado dio a Mansour Hadi una extensión de su ya limitado mandato de transición, que Ansarallah percibió como fundamentalmente corrupto, y exigió que Hadi renunciara a su cargo.
Es julio de 2014. Las protestas (nuevamente) están arrasando en Yemen debido al descontento con Hadi y el resultado del Diálogo Nacional. Un cambio de política pronto resultaría fatal para el gabinete de Hadi.

Algunos antecedentes: en 2010, un año antes de que la Primavera Árabe arrase Yemen, el grupo de expertos «Chatham House» con sede en el Reino Unido publica un resumen de una mesa redonda de un Foro de Yemen que había ayudado a organizar anteriormente. Asiste el entonces viceministro de Finanzas de Yemen, Jalal Omar Yaqoub.

El Ministro Yaqoub comienza a identificar un conjunto de diez prioridades en las que Yemen tenía que centrarse para encauzar el rumbo de su economía. El lenguaje aquí es un poco confuso, pero las prioridades que menciona el ministro Yaqoub son todas parte de un plan rigurosamente respaldado por Estados Unidos y el FMI.

La tercera prioridad que menciona el ministro Yaqoub en la mesa redonda de 2010 es una reducción drástica de los subsidios al diésel.
El gobierno yemení había estado subsidiando el diésel y el gas para que sus compras fueran más baratas para sus ciudadanos.
Recuerde: estamos en 2010. Saleh todavía no había sido derrocado.

A finales de julio de 2014, el gobierno de Mansour Hadi decide volver a adoptar las diez prioridades políticas de Yaqoub.
Se reducen drásticamente los subsidios al combustible y los precios inmediatamente comienzan a dispararse.
Adivina qué pasa después.
Hadi no puede controlar el descontento y éste se vuelve más sangriento y caótico. Las protestas se intensifican y comienzan a extenderse por todo el país.
Una protesta pacífica el 9 de septiembre de 2014 frente a la oficina del Primer Ministro es reprimida mediante un derramamiento de sangre.
Los matones de Ali Mohsen Al-Ahmar son responsables de la matanza, pero no termina con el asesinato de civiles.
Sus soldados comienzan a asaltar los hospitales uno por uno para arrestar o asesinar a los manifestantes heridos.

Por lo tanto, se ha vuelto increíblemente claro y obvio que Hadi está dispuesto a masacrar a su propio pueblo para allanar el camino a los planes de liberalización y medidas de austeridad redactados por el FMI. El 21 de septiembre de 2014 marcaría un punto de inflexión que sellaría para siempre el destino del presidente Hadi.
Es una tranquila mañana de domingo en Saná, pero a Hadi le espera lo peor. No había prestado atención a las numerosas advertencias de Abdul Malik Alhouthi, exigiendo una reversión de las políticas de austeridad. De repente, convoyes armados empiezan a llegar a Saná. Son los «Comités Populares».
El ejército yemení se desmorona. La policía abandona sus puestos. Miles de miembros del personal de seguridad cambian de bando y abandonan el gobierno de Hadi.
Los Comités Populares (células armadas independientes organizadas por Ansarallah) se convierten en la autoridad de facto en cuestión de horas.
Mohsen Al-Ahmar lidera un tiroteo con sus leales contra los Comités Populares liderados por Ansar, pero es una batalla perdida. Saná, la capital de Yemen, es tomada en un proceso relativamente incruento.
Ministerios e instituciones estatales clave fueron tomados. Los Comités Populares instalaron puestos de control en toda la ciudad. Hadi no es derrocado. Se ve obligado a cumplir con las demandas del pueblo yemení, incluida la de hacer retroceder todas las políticas de austeridad respaldadas por el FMI.
Lo más significativo es que Ansarallah pudo obligar a Hadi a firmar el Acuerdo de Paz y Asociación Nacional patrocinado por la ONU, que estipulaba el establecimiento de un gobierno nuevo e inclusivo que incluiría a miembros de todas las facciones, incluidos los Ansar y los Hirak.

Esa misma noche se celebró una celebración masiva, con un gran espectáculo de fuegos artificiales que iluminó el horizonte de Saná.
Lo que siguió poco después de la firma del PNPA fue un proceso de reconciliación política entre múltiples partidos diferentes. Esta vez, sin embargo, el Partido Islah estaba sufriendo. Ansarallah los había apartado deliberadamente del poder en favor de partidos más progresistas. Se organizaron foros y talleres en todo el país para encontrar una solución al estancamiento político del Yemen. En el proceso se incluyeron organizaciones de la sociedad civil, sindicatos y cooperativas.
Al margen, Ansarallah actuó como observador del pueblo en asuntos relacionados con la gobernanza estatal. Un nuevo organismo llamado Comité Revolucionario irrumpiría en las oficinas ministeriales y exigiría la firma de investigaciones sobre corrupción o falta de fondos.
Ansarallah, contrariamente a lo que mucha gente piensa, contaba con el respaldo de 13 de los partidos políticos más progresistas del país, incluido el Partido del Frente Democrático Nacional, sucesor parlamentario del Frente Democrático Nacional marxista-leninista.
En general, las cosas van bastante bien, considerando todo. Se están forjando nuevas lealtades en las llamas de la revolución. Se hacen y firman nuevos acuerdos. La situación política todavía es inestable en este momento, pero hasta ahora todo va bien.
Mansour Hadi, en este momento todavía presidente de facto de Yemen, decide dimitir prematuramente de su cargo el 23 de enero de 2015, creando un vacío de poder inmediato.

Ansarallah acepta, pero decide poner a Hadi bajo arresto domiciliario en el futuro previsible. La confianza entre Hadi y los Ansar se ha derrumbado, y los Ansar no corren ningún riesgo.

Un avance rápido hasta principios de febrero de 2015. Se transmite un anuncio de que el viernes 6 de febrero se llevará a cabo una declaración importante en el palacio presidencial de Saná. Están invitados dignatarios políticos. La prensa extranjera está invitada. Algo enorme está en marcha.
Es viernes. La prensa extranjera ha montado sus trípodes. Los dignatarios políticos han tomado asiento. Sale Abdul Karim Al-Khaiwani, periodista yemení galardonado y activista por los derechos de las mujeres, y sube al podio. «Hoy la revolución entra en una nueva fase», afirma.

Al-Khaiwani empieza a hablar.
Estados Unidos, Reino Unido y Arabia Saudita empiezan a preocuparse. Las cosas se están desarrollando más rápido de lo que les hubiera gustado.
Su influencia en Yemen está disminuyendo ante sus ojos.
Líderes de todos los partidos y movimientos progresistas de Yemen hablaron en el podio, incluido un representante del movimiento original Al-Hirak que representa los intereses de Yemen del Sur.
Los dignatarios políticos han terminado sus discursos introductorios.
Se lleva un documento al podio y aparece un famoso presentador de televisión. Empieza a leer.
Esto marcaría el comienzo de la Declaración Constitucional.
Luego se leen en voz alta los artículos de la Declaración frente al público y a las cámaras.
La Declaración convirtió al Comité Revolucionario en la vanguardia de la Revolución y acabó con las antiguas estructuras de autoridad.
Esta es la declaración completa en su totalidad.
Por lo tanto, se ha vuelto increíblemente claro y obvio que Hadi está dispuesto a masacrar a su propio pueblo para allanar el camino a los planes de liberalización y medidas de austeridad redactados por el FMI. 21 de septiembre de 2014.
Este fue un acontecimiento sísmico para la política yemení. La Cámara de Representantes fue disuelta. Las superestructuras de autoridad, que solían otorgar a Arabia Saudita acceso sin oposición a los asuntos internos yemeníes, se disolvieron en un abrir y cerrar de ojos. En Riad entraron en pánico.
Entraron en pánico en Londres y en Washington. Yemen ha vuelto a despertar de su letargo, negándose totalmente a someterse a los dictados de fuerzas externas. Las embajadas empezaron a quemar sus documentos. Los diplomáticos extranjeros comenzaron a abandonar el país.
Los leales al derrocado partido Islah comenzaron a organizar protestas en oposición a la Declaración. Fueron especialmente grandes en Taiz, una de las ciudades más grandes de Yemen. En su mayor parte, oposición pacífica, por supuesto con el respaldo de fuerzas externas. Pero la paz duró poco.
Abdrabbuh Mansour Hadi, que vivía bajo arresto domiciliario desde enero, logra escapar de su arresto el 21 de febrero de 2015 y huye al sur para buscar refugio en Adén.

Poco después, aparece en televisión desde el recinto presidencial de Adén, proclamándose todavía presidente legítimo de Yemen, a pesar de su dimisión un mes antes. Ali Abdullah Saleh, el ex presidente depuesto en 2011, insta a Hadi a buscar el exilio.

Entonces la cosa se pone seria. El ejército yemení, del cual dos tercios habían jurado lealtad al Comité Revolucionario y a Ansarallah, comenzó a desplazarse hacia el sur para capturar a Mansour Hadi y combatir a las fuerzas renegadas y rebeldes que habían permanecido de su lado.
El ejército avanza más hacia el sur y encuentra una fuerte resistencia en su camino. El 19 de marzo, el ejército libra intensos combates con las fuerzas de Mansour Hadi en los alrededores del aeropuerto de Adén. Las fuerzas del ejército están dirigidas por Abdul-Hafez al-Saqqaf, pero las fuerzas de Al-Saqqaf son derrotadas por los leales a Hadi.

Tras la derrota de las fuerzas de Al-Saqqaf, la Fuerza Aérea Yemení comienza a bombardear el palacio presidencial en Adén para expulsar a Hadi. Los bombardeos continúan durante al menos un par de días.

El 26 de marzo de 2015, el entonces embajador saudita en Estados Unidos, Adel al-Jubeir, anuncia en Washington DC que Arabia Saudita había lanzado una operación militar en Yemen.
La guerra contra Yemen, que aún continúa en el momento de escribir este hilo, había comenzado así.
Arabia Saudita está ahora una vez más en guerra con su vecino más pobre.
Todo Yemen está bajo asedio. Saná es bombardeada todos los días.
Todo esto es grabado por los teléfonos inteligentes de los yemeníes comunes y corrientes.
Es todos los días y es continuo. Todas las principales ciudades yemeníes son atacadas deliberadamente.
Los aviones de guerra saudíes lanzan las bombas, pero Estados Unidos señala los objetivos desde sus propios centros de mando.
Esto continúa así durante meses.
Por supuesto, el pueblo yemení no iba a sufrir ningún golpe.
Todo el país se levantó y se movilizó contra los traidores que los habían vendido, contra los poderes que los habían explotado durante décadas y contra los asesinos que mataban a sus hijos desde arriba.
En 2015 hubo esfuerzos de mediación en curso para poner fin a la guerra saudita-estadounidense en Yemen. Los diplomáticos yemeníes intentan todos los canales que tienen a su alcance, pero apenas obtienen respuesta. Lo intentan de nuevo. Pasan los meses. Abril, mayo, junio, julio… Los bombardeos continúan.
El 8 de julio de 2015, las Fuerzas Armadas de Yemen comienzan a responder a la agresión por primera vez. En esa fecha, el ejército yemení lanzó un misil balístico Hwasong-6 producido por la RPDC contra la central eléctrica de Jizan, Arabia Saudita.
En agosto de ese año se declara una movilización general. Todos los hombres sanos debían presentarse en su centro de reclutamiento local.
Poco después, el ejército yemení comienza a atacar las instalaciones sauditas al otro lado de la frontera con misiles antitanques y artillería.
FIN
Hasta aquí lo publicado por @Aldanmarki en este mega hilo. Seguiremos publicando más entradas para arrojar contexto y conocimiento a la guerra en Yemen.